martes, 23 de mayo de 2006


No antier, pero menos ayer. No quiso, no pudo, no hubiera podido aunque...Es asombroso, ahora lo ve así, no es esta mujer la misma que ayer se acostó luego de algunos días de cansancio, no es la misma que anoche quiso o no quiso (porque el querer implica participar), no despertar, tal vez dejar de ser. Descansar. ¿De dónde le llegó a aquella mujer el cansancio que ahora considera asombroso, porque si era tan grande y tan pesado y se sentía indestructible, ¿cómo es que desapareció? Hoy se sorprendió sonriendo cuando sintió lo apretado del pantalón al ponérselo. Ayer, por esa misma razón hubiera llorado con desconsuelo, no por el pantalón, que en realidad siempre le ha apretado, sino por esa nueva piedra en el camino, un tropezón, otro empujón de lo que le rodea, o de lo que adentro carga. Ayer lloró, y es difícil decirlo ahora que es otra, lloró por la que la miró desde el espejo, por el café que se enfrió antes de tiempo, porque vio las nubes, por tantas tonterías que ahora, a esta mujer le parece ridículo contarlo, pero la de ayer no puede escribir, no pudo, para qué. Y ésta, sí puede pero no dice, ya que no es la que dejó de ser. ¿Sería el desesperante viento, el calor, el polvo, el desamor, la gente, el dolor, los autos, la soledad, la sed, el caminar y caminar, el miedo...?

No sabe, es muy fácil, así lo piensa, encontrar culpables cuando no se les busca.
Pero ayer. Escribir. ¿Cómo? Ayer no podía respirar, caminar. Esta mujer hoy no conoce como fue que despertó siendo otra. Y empieza a temer al sueño que puede transformarla, otra vez, en la que ayer y otros días grises, ha sido. No quiere que la noche llegue.


1 comentario:

Anónimo dijo...

admiro a ambas