lunes, 26 de febrero de 2007

...............Nieve
Estas nubes van que vuelan para nieve
se les ve en los pies las ganas
de quebrarse como jicarita de agua
dulce
se les nota
aunque lo disimulen
anhelos de caer remotamente
como plumas

no llegar al suelo nunca
sino al rato

se les nota
¿cómo te dijera?
el ansia de volvernos un poco más amables
con su frío caliente

Estas nubes no pueden ya disimular
los deseos que tienen de dejarse
ir
de ser un roce de blancura
en este invierno.

estas nubes de plano
ya no quieren
seguir siendo nubes.

viernes, 23 de febrero de 2007

Pastel
Al caminar hay varias opciones simples para la mirada; tres sitios en donde posarla. Una, hacia el frente y si así lo hacemos podremos ver árboles, autos, gente, casas. Otra, es dirigir la vista hacia el cielo y entonces lo que vemos son nubes, inventamos el color azul, creemos en el vuelo de los pájaros, se nos atraviesan los cables de la luz, del teléfono… hasta el arcoiris que en realidad no existe podemos verlo, (porque lo vemos es únicamente que existe)
A veces estas opciones se reúnen en una misma mirada y parece pastel de varios sabores: las montañas azules, verdes, gris oscuro, una capa de nubes, crema esponjosa que sombrea la tierra que hay debajo y la capa superior es un azul que sólo el cielo y nuestros ojos suponen.
La tercera opción es hacia el suelo, caminar mirando la calle, el pavimento, los charcos, hojas secas, lodo, excrementos. Así caminé hoy, elegí esta posibilidad porque las nubes me apabullaron, son tan hermosas y casi perfectas en su ser efímero que me sentí aturdida, y porque la gente, porque los autos, porque los árboles no me dijeron ven… Caminé, entonces, viendo la basura tirada, vidrios rotos, de colores, transparentes. De reojo veo el movimiento que me indica si hay que cruzar una calle, si hay que detenerse. Veo huellas en la arena, en el polvo, marcadas en el que fue cemento fresco, hay fragmentos de papel, escritura mutilada, números enlodados, insectos, trozos metálicos, chicles masticados, colillas. Así voy, clasificando aquello que piso o que podría haber pisado si no tuviera el cuidado de mirar. Cruzo una calle y a la mitad me detengo: una figura extraña atrae mi mirada, la amarra y me quedo anclada viendo: allí en el pavimento, donde hay manchas, goterones de aceite, hay otra figura, la analizo y descubro que es una rata.
Aplastada en el cemento, parece fundida en él, como si fuera un dibujo, una acuarela de grises… no, pastel con marrones y negro, con tinta rellenada, con hollín, coloreada con lodo. Una rata que tal vez recibió encima un auto, dos, un camión cargado, un autobús, un tren no pudo. Mide unos treinta centímetros o más, me impresiona su posición, como si posara, con su cola extendida, las orejas levantadas, los bigotes… y estoy mirándola y pensando que si miro al cielo jamás podré tener esta visión porque hasta los pájaros descienden en la muerte y cae también la lluvia y la gravedad nos dicta cómo hacer. He mirado perros muertos*, gatos, cucarachas despanzurradas en las esquinas, tanta muerte tirada, pero nunca he visto algún cadáver en el aire... Han pasado algunos minutos, me saca de mis pensamientos un claxon, estoy parada a media calle filosófica... mientras me escurro aturdida hacia la banqueta me pregunto si esa rata tal vez se detendría anoche a mirar cómo en la calle un pinacate yacía muerto, casi como dibujado entre las sombras...

*para saber de perros muertos, leeremos a Carlos querido en http://sonarquevemos.blogspot.com del día martes 20 de febrero de 2007: "Los perros que no ladran"

lunes, 19 de febrero de 2007

Negra pisada


Él despertó en la madrugada, el cuarto estaba totalmente a oscuras; escuchaba quejas, una respiración sosegada por el sueño, risas lejanas, portazos, jadeos, golpes, voces disgustadas. Pensó que no quería dormir o que no podía, se levantó de la cama y así como se mete un primer pie dentro del mar, pisó la madera crujiente y fría; se sobrepuso al impacto, intuyó el baño y hacia él se dirigió. Antes de llegar, tropezó con el atril y rápidamente lo sostuvo para que no alcanzara a caer y hacer ruido (todos los ruidos venían del exterior, sólo la sosegada respiración estaba allí, cerca), chocó con el lavamanos y se llevó entre los pies descalzos un zapato rojo (aunque, en lo oscuro, todas las pisadas); al localizar por fin y a tientas la puerta, la abrió, entró de reojo y con la mano derecha encendió la luz encandilándose. Por eso mejor cierro los ojos, para no ver lo aprendido: el tubo enlamado mal llamado regadera, la taza, las paredes siempre mojadas y verdes. Oriné. Al terminar, dio la vuelta y parado en el umbral entreabrió los ojos y entonces la vio con la escasa luz que salía de la puerta entornada del baño y que la mojaba de penumbra: estaba acostada. Se había corrido un poco a la orilla, buscando el calor repentinamente perdido entre las brumas del sueño cuando él se levantó: medio cubierta por las cobijas, su rostro casi oculto por espesa sombra, un trozo de la camiseta blanca con la que siempre duerme y que sabes es la única prenda que la cubre, un muslo, la pierna derecha. Intuyo, por la posición de esos fragmentos de carne visibles, que su cuerpo está con los brazos abiertos, permitiéndome imaginar la noche que afuera se escucha. No tengo sueño –piensas en despertarla y hablar con ella. Yo no quiero hablar –susurras y por un instante de duda casi apagas el deseo junto con la luz sucia. Lo piensa mejor y se encamina a la cama sin mover la puerta, pera verla sin despertarla con claridad o ruido. Ella duerme pero siente mientras vaga por las calles del que sueña, que algo va a pasar. Casi sientes en tus sueños cuando él llega, te mira desde su estar de pie y despierto, y lo imaginas, casi lo sueñas, rubio, casi hueles su ombligo que un poquito más rozarías con tu lengua, hasta sentir en tu saliva su estremecimiento cuando le mordieras el vello rizado. Pero estoy dormida mientras él llega y pensativo, me ve desde arriba, antes de decidir sentarse suave a un lado de mi pierna. Suave para no despertarla, mi mano derecha llega hasta su pierna; no dejo de mirar su rostro, por si abre los ojos. Subo mi mano poco a poco por su pierna tibia hasta llegar a la parte interna del muslo visible, la cobija se hace a un lado, sin ruido y ella se mueve un poco ¿y si despierta? De pronto siento frío ¿dónde está la cobija?... hay una mano que me cubre y arrulla sin apenas moverse. Duermes. Ya se tranquiliza, su respirar es lejano. Duermo. Toco con aparente descuido la oscuridad de su cuerpo, está caliente, se estremece y cierra las piernas. Pero las separas de nuevo, esa puerta que sin cerradura estorbosa permite que tu mano se adentre, se mueva sobre los muslos. No me importa ya si despierta, pero no lo hace, sólo cambia su respiro y, desde muy lejos, casi se queja con calor. Ahora está metiendo la mano debajo de mi camiseta, un roce caliente y breve en mi ombligo, lo suficiente para suspirar y continuar subiendo. Mi mano se mueve sola hasta llegar a su piel caliente que me espera bajo la camiseta y se eriza mientras la toco; su cabeza se mueve en un quejido ronco que me impulsa a meter la otra mano y apropiarme de la carne firme y redonda que me encuentra mientras la busco y oprimo suave los pezones duros… Mi quejido casi me despierta pero sigo flotando mientras sus manos acarician el cuello, mis pezones, el cabello que se mueve de un lado a otro. Él se inclina, su cabeza busca entre las piernas abiertas y las manos se mueven debajo de la camiseta; se oyen portazos, risas, pisadas corriendo y cerca, mucho más cerca, quejas, respiraciones aceleradas. Con toda la sed busco el líquido, que corra entre mi lengua; quiero el líquido, beberlo. Sientes su bigote, la suave barba acariciando los muslos y no puedes despertar, aunque quisieras verlo mientras te mueves y tus manos no logran tocarlo, moviéndose arriba y abajo, errando en el calor de su piel que se te escapa. No ha despertado, aunque quisiera, lo sé por sus manos que a veces rozan mi espalda y no pueden permanecer en la caricia, se van al sueño y ella no puede ordenarles que se pongan en mi cabeza, que busquen mi cuerpo; esta noche es húmeda y caliente, quiero ya estar en ella. Él se mueve para reposar su cuerpo encima de ella, entre sus piernas que con llamas lo atan. Ahora entraré a esta oscuridad caliente y me perderé junto con ella. Al penetrar con fuerza en esta noche mojada, ella abre repentinamente los ojos. Él duerme a su lado, el cuarto está a oscuras, se escuchan quejas, una respiración sosegada por el sueño, risas lejanas, portazos…

sábado, 17 de febrero de 2007

Volver

Nadie tendrá como destino ese lugar

Jamás

No irán hacia el pasado tus palabras
ni las mías
que en algún lugar remoto
de lo que ya no está
se encontraron y recogieron juntas
migajas de felicidad
en el suelo de ese parque
aquel
que ya no está
que no estará


Una manta ahumada es el único recuerdo
del señalerío
que te enviaba
que te envié
cuando deseaba

lunes, 12 de febrero de 2007

Infierno Copretérito

No puedo imaginar qué haces cuando duermo. Los grillos cantan, se dice que cantan, ya sabes, esas cosas figuradas. Estás junto a mí en la cama, tu rostro no me dice nada, es la imagen de la relajación aunque ocasionalmente parece que parpadeas, sonríes o haces pucheros. ¿Qué haces tú cuando yo duermo?, tendrías que dormir, no puedo asegurarlo. De seguro también tú crees que duermo cuando tú lo haces.

Tal vez no duermas. Tal vez te pones a pensar ¿en qué piensas? Estoy dormida y tú estás pensando en tu trabajo, tus amigos, en tu día que ya se acabó, que ya se fue para siempre, piensas en esa manía detestable de los días que se van, no vuelven. Me has platicado que todo va bien, pero yo pienso en tus ojos apagados cuando hablas, en el tono tan cansado y de seguro me estarás mintiendo, no quieres preocuparme. Quisiera ser un grillo. Cantar nomás porque sí. En la noche, entre los árboles. No mirar tu respirar, no estar al pendiente de tus ojos que miran no sé qué colores cuando duermes.

Te levantas, tratas de no despertarme, no lo haces, te paras frente a mí, me miras fijamente, me haces muecas de repudio… no puedo creer que estoy imaginándolo, tú no eres capaz ¿o sí? Me miras mientras duermo y quizá sientas ternura, amor, dolor ¿por qué te dolerá mirarme? Te parezco lejana ¿puedes ver en mí a aquella mujer de hace unos años? Creo que los grillos lloran, no tienen lágrimas y por eso optan por el ruido.

Cuando hacemos el amor antes del sueño, estarás despierto en la satisfacción ¿frustrada? ¿Pensabas en otra?, acaso la añoras, reniegas de haberme tocado, entrar en mí cuando quisieras vivir en ella. Otra mujer en nuestra cama, no puedo creerlo. El chirriar de los grillos está enloqueciéndome. No te has movido, descansas, ajeno a mi pesadilla.

He despertado, algunas noches, sobresaltada, buscando tu presencia y allí estás, dormido. Creo que cierras los ojos cuando sientes que voy a despertar, finges como un experto. ¿Desde cuándo fingirás todo conmigo? Pero no, despierto y siempre estás dormido, roncando incluso. Deseo abrazarte, asegurarme de tu existencia, con tu piel anclarme, pero temo que me hables entre sueños cuando sientas mis brazos y digas otro nombre, o alguna palabra que me lastime.

Los grillos parece que se callaron ¿se dormirían también? Tendría que despertarte. Verte a los ojos, encontrar allá escondidos tus pensamientos, preguntarte con quién soñabas, pedirte que me lleves a tu sueño, rogarte que no me dejes tan sola en esta almohada, naufragando entre las sábanas que para ti son barca que te lleva… ¿a dónde te vas remando para alejarte de mí mientras duermes?

sábado, 10 de febrero de 2007

Nube deseada

Me soñè tierrita seca bajo un inclemente sol de mediodìa
y pensè en ti al despertar, de mañanita

miércoles, 7 de febrero de 2007

Quién sabe cómo reconoceré mi aliento
mañana que despierte removida
luego de este húmedo penar
que me ha llevado de la mano
por tantas veredas cristalinas
y llenas de agujeros fríos

Después de este soñar contigo
quién sabe si podré quitarme
el llanto de la cara
y levantarme para un mismo día

martes, 6 de febrero de 2007

Todos los caminos
que llevan al mar
son húmedos
son llanto
gota
lluvia
saliva
...............y charco


Todos los caminos
que vienen del mar
son secos
son desierto
grieta
arruga
lagartija
...............y cacto

sábado, 3 de febrero de 2007

Con ella en el espejo


Un rostro sorprendido te descubre
despide señales agobiadas
mueve sus alas con furor
tratando de llegar a ti.
Acumula en tu mirada
avaricioso insecto
gestos.

En los párpados anidan barcos
caricias perezosas
recorren tu silencio.
Con su mano en el cabello
caballo marino
flotando
te peina.

Gota de mercurio volcada en el viento
en sus pupilas
se reflejan chispas delatoras
te espía.
Fogata apagada con llanto
envía mensajes
noticias te llegan de lluvias remotas.

Tu imagen revive tras el hueco líquido
cometa exiliada de húmedos dedos.
desconoces ese guiño cruel
que te cierra un ojo
tu ojo
ido para siempre a la otra orilla
arena silenciosa hundida en la niebla.

Cajas de madera repletas de grillos
resuenan en la noche turbia.
puedes ver tu eco en esta luna
que te reproduce y castra
quebradiza arruga
penetras dormida
y callas.

Frente a ti la boca
interrogante muda
murmura.
perfecta copia de tus labios
casi
lago congelado
botella con un niño muerto adentro.

No puedes dejar de hacer
lo que el simulacro transparente dicta.
Lengua cristalina
serpiente de río
de perfil el ser
de las dos
cabezas.

jueves, 1 de febrero de 2007

sQuisiera ser un fiordo
que nadie supiera lo que soy
y si alguien lo desea saber
tenga que ver en algún diccionario
para averiguarlo

perdería interés
porque
quién quiere tomarse tantas molestias
por alguien que es un fiordo
que quisiera serlo