ni el perro reconoce el olor
de mi gemido.
Parece que el mundo se volteó
de espaldas
esta noche calurosa
para no mirar ni de reojo hacia el lugar
que habitan mis pisadas
En esta oscuridad enmielada
no me reconoce la luna
ni mi voz, ni las palabras
En esta noche de regreso
cuando paso
y aspiro el perfumado murmullo
del olvido
soy una especie de fantasma
clandestino
un vaho que no es
sino rumor difuso
solitario
Ven
A ver si vuelvo a sentir algo
a ver si con tus manos
me transformo en polvo lloviznado
Ven
a ver si con tu voz
sobre mi lengua
me vuelvo agüita azucarada
Ven
A ver si resucito
con tu aroma
Parecen iguales (pero no)
Éste:
Te tomo y te desgajo
entre mis dedos
escurres jugos ardorosos
que se caen
de gajo en gajo
Y éste otro:
Exprimo con los dedos torpes
de mi mano sabia
el jugo
que cuelga a jirones
de los gajos
en que te conviertes cuando
exprimo con los dedos sabios
de mi mano torpe...
Anochece la lluvia entera
y me dispongo a soltar los nudos
para recordar tus gotas
4 comentarios:
cómo puede caber tanto dolor?
... haces que duela (casi).
Los poemas de Josefa Isabel Rojas me parecen de una delicada sensualidad i de una brutalidad enorme al exponer su interior. Es como cuando un bebé nos da una bofetada tratándo de divertirse.
Aqui estoy disfrutando tu poesia(a mi tambien, de algun modo, me digiste: ven)
Te agradezco sobremanera tu comentario en mi blog: cuan lucido, y que bien lo has leido, fuiste de las pocas que lo entendieron.
Un abrazo.
Y un beso, por si no bastara.
Hermoso!
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