martes, 12 de mayo de 2009

No hay anzuelo que atrape el pez de ciertas


¡Qué a toda madre… llegadesayunacomeicena… qué a toda madre!
(Quéatoamadre, en realidad decía)

Cerca de la ventana como me encontraba, volteé de inmediato para ver (no volteé para eso, uno no sabe por qué el reflejo le gana a la consideración, al porqué) a quién así hablaba (empecé a voltear desde que oí “Quéatoa…”, porque el tono)

Dos mujeres caminan con premura, alcanzo a verlas mientras pasan, llevan bolsas que se adivinan muy pesadas (¿en sendas cuatro manos?) la que va a la izquierda (de ellas) es la que ha hablado, gritado, exclamado, vociferado, aunque de esa forma que nos hace pensar que no exabruptea, así se expresa ella, no es que desee escandalizar, sólo se le da el escándalo vocal. Fea voz y en volumen muy alto.

Me dan ganas de saber.
¿Habla de su marido desobligado?
¿De su hijo ya grandecito que no trabaja?
¿De alguna hija en pasos perdidos?
¿De un extraño que gorrea en otra casa, y a ella le hace daño hasta lo que no come?

Pienso en cómo se vería si saliera tras las mujeres y caminara como sin querer para oír qué sigue, de quién y por qué habla…

La vida, sin embargo, aunque está llena de momentos rescatables, no es una novela, casi siempre carece de estructura lingüística que nos atrape, tenemos que reinventar lo que vemos. Conjeturar, suponer, adivinar e imaginar. Creo que si las persigo no obtendré nada sino calor, el sol sobre las cabezas, sudor.

¿La mujer que muestra su enojo es quien cocina?
¿Acaso la segunda mujer cocina y la gritona le reclama que permita que abusen de ella?
¿Tal vez repasan alguna telenovela, la de anoche?
¿Hablarán de la vecina, de la tía, la prima, con un marido desobligado, con un hijo grandecito, una hija descarriada, algún gorrón que llega, desayuna, come y cena…?
Casi siempre la literatura es un medio, un tren, una ventana, un lugar y un tiempo donde las mujeres que gritan en la calle a pleno mediodía tienen razón y uno entiende.

Pero no siempre se puede, hay realidades que son como mariposas que no pueden atraparse con ninguna red de letras, ni con cebos de palabras.
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Qué a toda madre.

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5 comentarios:

Anónimo dijo...

parece una analogía del Sapito Glo Glo Glo

jose fá dijo...

"¿Vivirá en la chimenea?

¿Dónde el pillo se escondió?

¿Dónde canta cuando llueve

el sapito Glo-Glo-Glo?



¿Vive, acaso, en la azotea?

¿Se ha metido en un rincón?

¿Está abajo de la cama?

¿Vive oculto en una flor?"

Anónimo dijo...

nadie sabe dónde vive
nadie en la casa lo vio
pero todos escuchamos
al sapito Glo Glo Glo

Buch dijo...

¡Y cuánto más interesante es lo que pudiera ser, que lo que es!
¿Que no?
Besos para Isabel.(Doy y reclamo)

Anónimo dijo...

feliz día, maistra!