sábado, 30 de agosto de 2008

Escribir es recordar
Carrizos rojos (4)

Quihubo, loco. Te abrazo con ganas. Esta máquina zumba y zumba (zumbido y zumbo), desespera un poco, tú ya te habrías quejado (¿hubieras?); lo cierto es que aún escribe (¿escribir es grabar letras golpeando tipos de metal sobre el papel?... puede ser) y lo demás está de más ¿o no? … No, ya sé.

Te hablaré del Marco –el anarco- El lunes, cuando llegamos en la panga (“la panga en que me iré”) a carrizosrojos, en medio del desconcierto ante el desolado –aparentemente- paisaje, tuvimos una reacción y/o sensación –por lo menos yo, aunque creo que fue general…- de desagrado al ver por primera vez al Marco. Rubio, con una bola de rizos en la cabeza y un paliacate amarrado por la frente, su cabello largo, los ojos medio dormidos, en realidad casi bellos, nariz a punto de ser perfecta, bigote y no sé si barba, o barbita… Traía un calzoncito mínimo que se casi perdía entre su gordura blanca y velluda… muy gordo para tal calzón. Fue como el comité de bienvenida.

Todos ellos habían llegado desde el domingo en la tarde: “Qué buena onda que llegaron”, “uta, qué bueno que viniste” y otras variaciones de la misma frase con acento… ¡huy!, ya sabes, mucho más el anarco, cortés a morir, así se lo dije a mitad de la semana y dijo … hubieras tenido que oírlo decir , dice Casildo que ese siempre se lo agradecerá al Marco, fue una de las cosas que de él aprendimos, yo no sabría decirte cómo es, aunque me parecía encantador oírlo… Qué extraño escribir ahora, estoy dispersa, sé lo que intento decirte, pero me parece que no lo estoy logrando (… me olvidaba que el disperso, desparramado, difuso, patuleco y etcétera, eres tú).
Después de esta disertación, sigo con el Marco; estaba en el ala maldita, es decir en el último campamento a mano derecha si estabas de espaldas al mar, nosotros estábamos casi en el extremo izquierdo, casi llegando Alestiv, pero dicen que dios los hace y ellos se juntan y fue con los malditos (lo de poetas malditos como imaginarás o no, fue cosa del Joel y se les quedó, todos les decían así) con quienes más relación, comunicación, roce, contacto o como quisieras llamarlo, tuvimos, sentimos, experimentamos, pasamos o lo que sea… los malditos eran puros hombres, de algunos nunca supe el nombre pero de otros más o menos… el Marco, el Chupio, Pedro, Víctor (elrenoir), Josué (estuvo más de 24 horas sin salir de la tienda de campaña, dormido o no –pues no, ja, loquísimo-) y otros, todos tranquilos, poetas, gritones y buena onda, no en ese orden . El Marco estaba con ellos, llegaron juntos en un camión desde el Deefe, durmió la primera anoche en su sleeping bag (esebé), tirado en la arena, pero desde que llegamos, en las noches agarraba su esebé y se iba camino a nuestro campamento, buscaba un lugarcito junto a la fogata (que con tanto trabajo y entusiasmo preparaban los hombres –Joel, Casildo y Luis- mientras las mujeres –Martha y yo- nos dedicábamos a las labores propias de nuestro sexo –imagina lo que quieras, pero la comida la hacía Don Pino, no había ropa que remendar, niños que criar, jardines que desyerbar, nada que lavar, tender, planchar, doblar…) y agarraba, te decía, el sueño allí, con nosotros. Nos preocupábamos por él cuando no amanecía acompañándonos (a veces el arraigo volátil lo hacía madrugar e irse al ala maldita)… el Joel llegó incluso a la demostración máxima de confianza afecto y bienvenida con Marco al ofrecerle de nuestra dotación de cerveza, no sólo a ofrecerle sino a darle y él, con su tan entusiasta… le dabas todo con verdadero gusto (¡hey! ¿qué parece que dije? …no). En el taller al que asistimos demostró su buen juicio –a pesar de no estar en su- al hacer crítica de los trabajos, yo admiré su coherencia, sus argumentos sólidos, y sobre todo su manera de decirlos, levantando la boca, los labios como si se tratara de besar y hablaba con ese tonito mamón que ya sabes pero que en él era perfectamente oíble.
Él y otros se bañaban en el mar todos los días y solamente. Así que andaban forrados de sal, con costras salitrosas en el pelo, la piel ardida y seca… Mira, la cultura norteña tan distinta, nunca nos metimos al mar, será porque tenemos cerca el mar (yo no, serrana de nacimiento y aún) y nos hicimos del pozo que no sé quien descubrió, adentrado en el monte y que sólo, hasta donde me di cuenta, usamos nosotros.

Una de las posesiones más queridas de Marco, lo demostraba a cada momento, era su pipa, una pipita corta, café que caminó, caminó y dio vueltas por todo carrizosrojos, nunca estuvo deoquis, pero al final fueron tan pinches que se la perdieron, alguien se la quedó , lógico agüite del anarco, como supondrás…

Ahora te abrazo, ahora me voy (ni me voy ni te abrazo ¡qué chingonas las palabras! porque diciéndotelas me voy y te abrazo, aunque no)
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miércoles, 27 de agosto de 2008

escribir es recordar
carrizos rojos (3)

dice el Casildo que los poetas siempre andan pensando en el sexo… ja, los poetas

en Carrizos rojos el sexo entró en un compás de espera (en un paréntesis de engarróteseme allí… je, no albureo)

si tú hubieras ido, el mar, qué rico…

ya me cansé de escribir así y tú ya te cansaste de leer así. Y así asido, ha sido, ácido. ¡Ah! ¿Sido? Tomo el teléfono y te llamo, espérate… ya, no estás. Pero eso debes saberlo tú mejor que yo… Aunque no lo sabes, no sabes que te llamo en este momento que para ti ya requetepasó (cuando lo leas), mientras que para mí es sólo un ratito anterior a éste. No estás.

te tomo y te desgajo
entre mis dedos
escurres jugos ardorosos
que se caen
de gajo
en gajo

(escrito en carrizosrojos, con todo mi agradecimiento a una fresca naranja… esto ni yo me lo creí . pero tú sí, y eso es lo que quiero, que me creas… tú siempre me crees ¿ verdad? ¡qué bueno!)
Lo que sí escribí para publicarlo en la espalda del Joel fue algo muy parecido:
“exprimo / con los dedos sabios / de mi mano torpe / el jugo / que cuelga a jirones / de los gajos / en que te conviertes / cuando exprimo / con los dedos torpes / de mi mano sabia / el jugo que cuelga a jirones…”
sigue hasta donde el espacio lo permita.
El asunto fue este: en algo que tú habrías calificado de snobismo –con toda razón- los poetas –se sentían chingonononones de que les dijeran poetas, ellos, organizadores y otra bola de elementos se fueron a publicar poemas en las rocas, subieron a las pangas y viajaron en busca de la fama pétrea… nosotros, los de Sonora –huy, qué regionalistas, dirás y con razón, pero es que todos los demás eran chilanguísimos, decidimos, casi sin pensarlo pero sí, no ir y en recompensa publicaríamos (¿recompensa, dije?) en la carpa nuestra y en espaldas… no apreciaron nuestra seriedad por eso no pasó de una espalda editada. Tuvimos taller, el Casildo, el Joel y yo, sólo una vez; los demás dos. En el primero hicimos poemas al mar, unos muy buenos, otros no… y algunos, muy malitos. Buena crítica: no me parece, o sí, con argumentos, por esto y estotro, sobre todo ver al Marco –el anarco- oírlo, tengo que escribirte al Marco en otra parte, es especial. Para haberlo grabado cuando habló de este poema que hicimos el Joel y yo (nos reímos rico juntos mientras lo hacíamos, éste y otro, ambos de paternidad compartida y maternidad responsable, jaja):
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La mota se secó
y el sueño es húmedo
replican tus ojos de campana
cuando asamos castañas
en el espejo
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La inmensidad duele
si tus senos están cerca
y mientras
uno se seca
con tanto húmedo sueño
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Tuvimos lecturas alrededor de la fogata tres noches, del segundo escribiré un cuento inspirado en las necesidades fisiológicas del Joel. Tuvimos clausura y baile –el viernes. Tuvimos concurso de cuento, haikús y verso libre. Te diré de los ganadores algún día.
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sábado, 23 de agosto de 2008

Escribir es recordar

Carrizos Rojos (2)

En un principio lo que me llamó la atención de él fue su ropa, traía una camisa blanca de algodón bien rica, fresca y siempre húmeda, y andaba con una especie de turbante también blanco. Cuando nos saludó supimos que no sólo parecía gringo, sino que lo era. El Steve (Elestiv).
Hablaba ya sabes cómo y nos dijeron es poeta y vive en el defe y ya. Parece ser –lo supimos después- que todos en la bahía suponíamos que él estaba en uno de los campamentos y nones, estaba solito, en los manglares, parte derecha del campamento mayor, lejos, con sólo un sleeping bag (esebe, en adelante). Más o menos se comportó dentro de los parámetros “normales” en carrizos rojos, es decir, le puso a todo pero sin hacer desmadre; en el primer taller recreación literaria no participó, en el segundo, según dicen los que saben, llegaron a la bahía unos policías a inspeccionar (yo ni cuenta me di –ni del taller ni de los polis-, así que tú sabrás) y él, muy disciplinado, agarró una libreta y se sentó, sin levantar la vista y trabajó, mientras los polis seguían allí; todo parece indicar que las armas que portaban los servidores públicos (esepe) lo amedrentaron; cuando la legión de esepes amantes de la poesía (¡cómo no!) se retiró, él mandó a la madre el taller, claro… El jueves estuvo con nosotros, Casildo, Marco y yo, jugando a algo que él llamaba con un nombre raro (los pedos de los nopales, me parece recordar) y estaba clavadísimo en ese juego que consistía en eliminar del español el femenino, sólo se permitía decir La Mar, de allí en fuera, cualquier artículo, adjetivo o etcétera femenino dicho sin darte cuenta, te hacía merecedor de un castigo que era un concha, al final quien reuniera más conchas, perdía….yo ni hablé, no lo dijo, pero presentí que lo femenino (yo) no podía hablar tampoco, me limité a verlos, oírlos y reírme (si hubiera intentado participar hablando no sé si hubiera podido hacerlo, además). Bien, el caso es que notamos que un poquito como que se disgustaba cuando un regla no se entendía del todo. Después de un ratote jugando (bolsillos llenos de conchas), se fue, parece que un tanto enojado, claro que a nadie le importó. El viernes, clausura y baile, Elestiv anduvo por atrás de los campamentos, del música y los luces, gritando como águila y volando como. Te digo, tampoco nadie pareció extrañarse de tal (¿tol?) conducta que en otro sitio que no fuera ese bahía, por lo menos hubiera llamado la atención, pero aquello estaba lleno de locos y quien se preocupaba. El sábado por la mañana Elestiv andaba ya por ahí gritando y enojado, cuando pasó por nuestro campamento gritó bola de putas (dos conchas para él), o algo así y ni pedo, nadie dijo nada; al rato fui a buscar café y me lo encontré: andaba todo lleno de lodo, en lugar de sobresaltarme pensé se cayó en los manglares por allá y seguí mi camino, pero antes me di cuenta de que estaba todo café, cubierto, desde el cabeza, pasando por sus tupidos barbas y su pelo largo, su ropa blanco lleno de lodo que le chorreaba hasta los pies y nadie se preocupaba, te digo… Más al rato, Casildo y yo íbamos decididos a bañarnos (no juntos, aunque así suene) con el cubeta, el cuerda, los toallas y demás a caminar hasta el pozo y así lo íbamos haciendo cuando de pronto nos gritan que no avancemos, que hay un loco atrincherado, armado y con su territorio de caza delimitado (¡así nos gritaron!). Fue muy loco, Casildo se enojó, yo creí que bromeaban y seguimos caminando, entonces nos salió al encuentro el psicoterapeuta (un mujer reteloco con unos hijos loquísimos… sabíamos su oficio porque lo traía anotado en un gafete) No avancen, nos dijo y repitió lo del emboscado (para entonces yo pensaba en alguien con granadas, metralletas, lanzas y etcétera, Casildo aún seguía enojado) pero nos regresamos, el mujer psico ya iba de carpa en carpa gritando: “todos a la zona de plástico” (¡imagínate, eso gritaba!) Todos nos mirábamos preguntando dónde es eso, nadie se movía, ella se dirigió al Joel, ayúdame no me creen, sí, yo te ayudo dijo él (no pudo la psico arrimarse a mejor árbol, imagínate el sombra –ya me he ganado uno dos o tres conchas, lo sé)… el caso es que empezamos a conjeturar quién será pensamos en los hijos de la psico (ya me cansé de jugar con Elestiv), en otro chavo que andaba por allí y que decían era esquizofrénico pero ni siquiera miraba, es decir fijaba la vista en ti pero tú sentías que eras invisible, sólo estaba allí sentado, moviendo una pierna y la mano o caminando con paso raro por la playa, pensamos –te decía- en medio mundo… tal vez si Joel mismo no hubiera estado también inmerso en la conjetureada hubiéramos pensado en él, jaja, el caso es que nadie se acordó del águila loca que la noche anterior gritó tanto… y sí, era Elestiv, que juntó piedras y palos y tiraba a dar; según dijeron después, porque la psico se lo decía a quien le preguntara y a quien no también, que el chavo éste, pirado, había estado en Vietnam, que dos años preso, que torturado y con psicosis de guerra, que estaba bajo tratamiento y todos pensamos –afirmación aventurada, pero la sostengo- tratamiento el que se estuvo dando aquí, parece que traía su reserva particular de pastas, los entendidos –muchos- decían que esas piradas apenas con ácido… pues sabe, como el sábado ese delestiv pirado nos veníamos, todos empezamos a desmontar el escenario, recoger del circo carpas, animales y emprender camino: empezaron a llegar las pangas por nosotros y, por otro lado, empezó la organización de brigadas para buscarlo , la psico con un potentísimo sedante para suministrárselo cuando lo agarrraran. Empezaron las pangas a llevar poetas a Cerro Cabezón y delestiv nada, nos fuimos nosotros casi los últimos y nones, no había razón de él, nosotros estábamos en Cerrocabezón y el montón de gente que aún quedaba en bahía de carrizos rojos también llegó y ninguno podía dar razón. Nos fuimos a Corerepe y en la noche llegó alguien que nos dijo que no lo pudieron atrapar porque Elestiv agarró para la sierra y nadie lo alcanzó. El día siguiente nos regresamos a Hermosillo sin saber en qué había terminado todo… hasta días después (yo ya en canapas) nos dijeron que habían tenido que llamar a las autoridades (cosa que desde el principio todos trataron de evitar (poli con poeta mala mezcla) y que fueron a pie y en helicóptero y apenas así lo cercaron, atraparon, sedaron, sacaron de, metieron a cárcel y no sabían qué hacer con él, según parece se lo llevaron por fin a México todo pirado aún; dicen que Elestiv es yerno de un político bastante influyente con muchos billetes y poder sobre todo, así que no ha de haber habido tos ¿no?... Para esto –como dicen las viejitas- no te dije que ese sábado que Elestiv nos ganó el pozo, muy temprano, nos mandó un recado con un chavito, que estuviéramos pendientes porque nos mataría o algo así dijo… a los de Sonora ¿tú crees?
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¡Aguas: viene Elestiv!
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jueves, 21 de agosto de 2008

Escribir es recordar.
Carrizos rojos (1)


Quiero empezar a escribirte levecito, sobre todo recordando la carta anterior que te escribí y que se caracterizó por lo mamón. Me dolió escribirte tan fríamente, pero ya no más ¿cómo ves, revés, re vez? Hubiera querido verte el día que regresamos de Carrizos rojos, hubiera querido que vieras cómo venía, hubiera querido darte algo de la loquera que traía, aunque ya era poca… pero abrazarte aún impregnada de lo que fue esa pinche semana loca, llena de amor y buenas ondas (entre otras cosas), besarte con la boca cargada de lo que tú debiste haber vivido conmigo, con nosotros… Te esperé, cada panga que llegaba esperaba verte bajar de ella, y nada… eso fue durante los tres primeros días, ya después me convencí de que nones, no irías, no estarías para compartirnos en ese lugar extraño que a fuerza hubieras tenido que hacer tuyo cuando se iban las pangas y quedábamos solitos frente al mar sin olas y sin ruidos, solitos frente a la noche llena de cerveza y mota… solitos con Casildo, con Joel, con el Anarco y con el Chupio… Solitos tantos locos frente a la luna… hubieras ido… te habría amado (pero te amo, lo sabes)... tal vez tú a mí también.

Es ya jueves, no había podido escribirte, parece que el sol y las fogatas (todas) me jodieron un poco los ojos, no importa, ya mero veo igual que antes, es decir, mal, pero no tanto. Espero que ya te hayan localizado y entregado la cobija (pido disculpas por su estado, pero igual regresamos todos) y el regalito que te traje.
Si allá hubieras estado: Pertenecíamos a la arena filosa y dura, al horizonte estático, a los pelícanos, manglares, a los mezquites secos y a la carencia de agua dulce… ya estábamos unidos a bañarnos en el agua de un pozo, turbia y llena de insectos –muertos- y ramas, fría y rica, a tiznarnos juntos, a joder a quien aún no se sintiera parte de lo que llegamos a ser y hacer allí: un montón de gente ante lo oscuro, ante lo poco que somos… hubieras ido (sido).

Ni te he preguntado cómo estás, lo haré inmediatamente: ¿cómo estás?.... ¿Sabes?: esto no te lo pregunto (ni ahora ni ninguna ora vez) por tradicional, sino porque siento que preguntártelo es deseártelo, conjurarlo. Es un recurso para pensar que estás bien, que me contestas y me dices que sí, que a toda madre. Y sí, estás bien ¿verdad? Allá te hubieras aliviado ¿Qué hiciste –sin mí? Supongo que divertirte. Ojalá.

No sé tú, pero me siento diferente en esto que te escribo. En primer lugar, te lo he escrito en chinga, no he parado ni un ratito para agarrar aire, me emociona hablar contigo. Porque estoy hablando contigo ¿verdad? Y sin embargo, hay tanto que quisiera contarte y que si intentara decírtelo por escrito no terminaría hasta ¿cuándo? Te decía, me emociona escribirte pero estoy casi segura de que de aquí en adelante muchas cosas también me emocionarán un buen. El recuerdo de cosas dolorosas ya no me. Bueno, no tanto.

Leer también es recordar .
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jueves, 14 de agosto de 2008


“Es inútil asomarse al cántaro / si con el rostro le tapas la boca // en su noche de barro húmedo / te volverás loca / buscando una luz…” canción de Nota Roja

Paréntesis
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Al recargarme en el marco de la puerta, dejo abierta la alambrera para poder disfrutar y ver cómo la lluvia que ha caído y sigue cayendo aparatosamente sobre el techo, continúa su caída en una cascada vertical (bueno, no hay cascadas horizontales ¿verdad?... debería haber) desde las ondulaciones que tienen las láminas de zinc (¿ranuras dices?)

Atrás (o enfrente, la lateralidad es tan voluble) de la cascada que recta cae, hay otra lluvia más verdadera (como si lo menos verdadero fuera posible… ¿lo es?), esta es diagonal, desea volar hacia el oeste pero cae, derrotada, finita, y moja porque el agua eso hace. Ya se ha llenado una cubeta con un fragmento de la que cae del techo, se desborda, parece hervir cuando le cae la que intenta ser pájaro, aquélla, la verdadera, la finita

Y la lluvia no me hace olvidar los tiroteos que se escuchan, que llegan desde lejos, las patrullas que pasan, helicópteros, los rumores de muertos, los cuerpos sepultados clandestinamente, la impunidad (ojete y nacional), los secretos que se desparraman llenos de peligro y de sangre (porque nadie debe saber, en este pueblo). Los trompillos se agachan melancólicos y líquidos, no saben del narcotráfico, la silueta de las montañas se difumina entre las gotas, no entiende del dinero y sus demonios, los árboles canturrean humedades, ignorantes del cabrón poder y la avaricia. La huelga lleva un absurdo e inmoral año (¿de vida?). Llueve. Agua en el subsuelo y no en las tuberías. Llueve y se filtra el agua en las tuberías del gas. No cocinamos. Cuánta violencia manchando los caminos tan llovidos y floreados.
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Palabras de mi madre: “qué llover tan eterno” y siempre que lo dice me quedo enfangada en el charco lingüístico de esa afirmación ¿qué significa? Quiero ser capaz de decirla creyéndola. Tengo los pies mojados y los ojos.

A Pina ayer le dije que sólo falta que Godzila venga y nos mee.
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viernes, 8 de agosto de 2008

"Cuando te hayas agotado de extrañarme,
amor mío,
nos sentaremos a la sombra del jazmín
a tomar una taza de té."

Oh Sae Young

¿Quién puede negar que este fragmento de poema contiene, por lo menos, ocho bellas palabras?

Con esas mismas, por lo menos ocho, podríamos decir:

Té de jazmín
a mi agotado amor
en taza de sombra tiene...


Pero, obviamente, el poema no son sólo las palabras
el poema son las palabras y lo que dicen. Lo que esas palabras al lector le despiertan...

Amor, el jazmín propone que agotemos las sombras. Cuando preparo té intento extrañarte, para tenerte.
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En la sombra, el jazmín toma una taza de té de amor. Agotado, te extraña.

Cuando el jazmín en la sombra del amor florece, extrañada, te agoto, como si fueras una taza de té.

No, el poema no son las palabras, siempre falta el poeta...
La poesía es otra cosa (como tal vez diría el Alonso)
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sábado, 2 de agosto de 2008

recièn pasa la lluvia, luego de un dìa caluroso y sàbado
ha dejado tras de sí sus huellas diminutas
tan mojadas

ha traìdo los truenos
y a jalones
se los ha llevado

sòlo los charcos
y las ganas
nos deja en la melancolía
saborear

viernes, 1 de agosto de 2008

Yo no escribí esto:

escribir así como se habla. como se dice. nada. como respirar. mecánico automático. pero para vivir, sin saberlo, es para eso… ¿y tú para qué escribes? le preguntaron… no recuerdo qué dijo y no importa. la respuesta se revuelve. porque si no lo hago me pongo morado, luego negro, después blanco y luego, apesto…

es decir: pudrirse… a eso te lleva no escribir cuando es así… pero también te pudres si lo haces… así

Aunque tal vez sí lo haya escrito una vez, hace tiempo, hace mucho. Es mi cuaderno y es mi letra y se parece a lo que aún siento
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