miércoles, 9 de mayo de 2012

Llamar y barrer, dos verbos

Sonó el teléfono, las once de la mañana, en el trabajo... respondí y entonces el río de palabras frescas, vivas llegó hasta a mí: Voy despertando de estar soñando contigo, estábamos en tu casa y yo quería barrer y tú me dijiste que no porque las pelusas no sé qué y fíjate que tenías razón, siempre la tienes, porque las alergias también a ti te han de estar jodiendo. Rafael, dije yo (pensé: esto pareciera una llamada de amor y no). Me dijiste que me fijara que abajo de la mesa había polvo y no querías que yo lo removiera y desperté y dije le hablaré a Isabel para decírselo.
- Dicen que platicar los sueños antes de las doce ayuda a que no se cumplan
- Y después de las doce lo que soñaste se realizará?
- Eso dicen, ya sabes
- Tiene mucha lógica
- ¿Sí?
- Tiene que ver con los tiempos del pensamiento y el lenguaje
- Dime
- Hay tres momentos para el hacer luego de pensar: Primero lo realizas en el pensamiento, luego lo externas diciéndolo oralmente o por escrito y luego lo haces o no
- ¿Por qué no?
- ¿Por qué no qué?
- ¿Por qué no lo haría?
- Porque tal vez en el segundo paso te diste cuenta de que no era factible aquello o era
- Inmoral... ¡claro! A veces desde el primer momento se da uno cuenta de eso
- Sería lo ideal... desde el primer momento
- Así que no barriste
- No.. y qué bueno
- Qué bueno que me llamaste
- Me gusta contarte esto. Tú me ayudas a aclarar mis ideas.
- Sí
- Voy a seguir, tal vez duerma de nuevo...

Nada de amorosa llamada. Mi querido amigo Rafael con quien hablo de estas cosas. El pensamiento mágico. Al revés.