miércoles, 30 de abril de 2008

“Yo siempre he pensado que la literatura es un fenómeno de tres, es decir el que escribe, el editor y el lector, mi bronca es escribir el libro, la bronca del editor es publicarlo y la bronca del lector es leerla, yo nunca me pongo en las broncas de los otros dos, si me publican bien y si no, no pasa nada” Daniel Leyva

viernes, 25 de abril de 2008

Insaciable el viento
lame toda la humedad.

Como mal amante

a cambio deja
la burla,
la grieta

viernes, 18 de abril de 2008

Confesiones de la mujer invisible

No es que me guste mucho hablar con la mujer invisible, pero no puedo evitar oírla detallar alguna de sus estrategias cuando tengo la desafortunada ocasión de verla. De hecho, escucharla es una actividad que detesto, porque como cree que quiero ser de su condición, me cuenta (aconseja, sugiere, recomienda) cosas como esta:

Es muy fácil –me dice, mirándome desde el repetido y acuoso lugar café lleno de peces muertos que son sus ojos. La eliges muy bien: guapa (o no importa qué tanto tú la veas guapa, eso es discutible y como nadie va con etiquetas que digan su porcentaje de guapura, es cuestión difícil determinarlo) que vista de preferencia vestido –un vestido sencillo pero que permita ver sus piernas- y tacones. Con un gran escote (esto del escote es casi garantía de tu invisibilidad, aunque no sea muy profundo funcionará), con larga cabellera (resulta también con otras cabelleras, cortas por ejemplo, aunque lo ideal es que sea larga y que se mueva mientras ella camina), caderas (también moviéndose) y si tiene nalgas protuberantes, proporcionadas, de pie, triunfo seguro. De manera automática, si te colocas estratégicamente a unos dos metros atrás de ella, te vuelves invisible. Ni hombres ni mujeres sabrán que caminas también en esa acera, nadie te verá, algunos hombres sacarán su cabeza del auto cuando pasen junto a ella, las mujeres cuchichearán y se darán codazos: a ti nadie te verá. Serás la mujer invisible.
Es fácil, repite y se va diciéndome un chiste simplón: “¿Cuál es el colmo de la mujer invisible?" En realidad no sé si se ha ido o es sólo que de nuevo ha dejado de ser visible. Me cercioro de lo último cuando escucho juntito a mi oído: "Que le vean la cara, jajaja…"

martes, 15 de abril de 2008

Daniel Leyva dice: “pienso en ti cada vez que pienso”

Esto, que puede parecer algo exagerado, estrambótico, hiperbólico, extravagante, excesivo, disminuye su rumbo (sé que dirán el rumbo no disminuye, cambia) con un “casi”:

Casi pienso en ti cada vez que pienso

Pienso en ti cada vez que casi pienso

Pienso en ti casi cada vez que pienso

Pienso casi en ti cada vez que pienso

Pienso en ti cada vez casi que pienso

Pienso en ti cada vez que pienso. Casi

Ahora lo absurdo se convierte en esa palabra: “pienso”, alimento para el ganado

¿Y si agregamos un "no"?:

No pienso en ti cada vez que pienso
Pienso, no en ti, cada vez que pienso
Pienso en ti cada vez que no pienso
Pienso en ti. No cada vez que pienso
No, pienso en ti cada vez que pienso

Hice esto mismo agregando “tal vez”, “nunca”, “posiblemente”, “amor”… Esto no es escribir ¿o sí?

Debo leer sin inmiscuirme. Nunca he podido.

Daniel Leyva también dice:

“Pienso en ti cada vez que pienso
Tu nombre se esconde entre mis dientes
Como un pez entre el coral
El color de mis ojos es tu cara
Tu piel ocupa el espacio de mi lengua
Terrespirocomoquetebebocomoqueterrespiro…”

Ni saben la de cosas que se me ocurre hacer. Sobre todo con este último verso. Para mí, a veces, esto es leer.

miércoles, 9 de abril de 2008

Parece carta pero es borrador

Las 12:53 de este día lleno de viento, ventana, ventanal, vendaval, vendimia, ven conmigo, ventila, ventea, ventisca, verdea, versifica y ventisquéame… en este miércoles nueve de abril del cero ocho año… ¿Dónde estarás, allá, cuando esto escribo… allí?

(Allí o allá, yo lloviendo es decir llorando, llegando y yéndome, ya ves, la luna llena, llamando a la llama, llenemos de llovizna el llanto. Ay, la llaga)

El viento es solamente “Corriente de aire producida en la atmósfera por causas naturales”, pero un viento empecinado y pertinaz que llega y se queda por más de tres meses no cabe en esa definición escueta y parca.

Ahora ha traído nubes, hace frío.

Mi padre siempre me ha dicho que el viento es algo serio. Me cuenta que siempre pudo trabajar, con nieve, sol, frío, con lluvia… pero el viento, dice, vuelve loca a la gente, hasta los perros enloquecen bajo las garras descarnadas del aire que se acorrienta y vuela…. El viento se mete a la cabeza, aturde, confunde, uno siente que todo lo hace mal, concluye mi padre.

Y ayer un hombre que siembra habas y tiene algunas vacas me decía que el viento hace que sus depósitos de agua estén llenos, pues los molinos no dejan de dar vueltas… pero el viento no es tan bueno, también me dice, casi susurrando... seca la tierra, se lleva la humedad, arrasa con las flores. Eso me dijo y yo viendo su rostro pensé que el viento agrieta la piel, endurece el cabello, deja los ojos resecos, nos vuelve locos, sí.

Hace días, no se lo achaco al viento (aunque ahora que lo pienso…) ¿conoces el dicho “estoy de un poeta subido”? pues bien, yo no, en todo caso digo que “estoy de un poeta bajado” o algo así, no sé qué me pasa, algo aquí adentrito (tú sí que podrías meter mano para componerlo, estoy casi segura), se me está deshilachando, algo se está haciendo jiritas adentro de mí, húmedas y minúsculas tiras deshiladas, deshabitadas, desoladas serpentinas arrugadas… ya no me uno… me paso los días pensando, deseando, de verdad ansiando escribir...

No corregiré esto porque siento que al quitar, agregar o cambiar, lo que uno quiso decir termina convertido en lo que uno puede querer que los demás lean. Y no siempre coinciden ambas cosas.

Barlovento, sotavento, ventilador, ventosa, ventarrón, ventolera, rompevientos, aventar, lindas palabras…

martes, 8 de abril de 2008

Acertijo (¿hacer tijó?)

cansancio
can
san
cio
(todas las palabras terminadas en cio, cia, cie, se escriben con C)

y es casi lo mismo que cansera (la sinonimia no es perfecta)
can
se
ra
(¿será can?)

Inenarrable cansancio, hastío, fatiga, ausencia de fuerza, tedio, hartazgo, fastidio, aderezado con dolor inlocalizable y deseos de llorar... ¿cómo se llama esto?

viernes, 4 de abril de 2008

Respuesta a un recado- pregunta dejado en este blog en octubre 23 de 2007 (el comentario está en un post de 2006, octubre 13... lo lamento, no lo vi sino hasta ahora y por casualidad):

Marcela, oboista (Alvear): Sí, supongo que puedo asegurar que el Humberto Lavín que buscaste por 20 años es el mismo a quien dedico el poema. En el perfil de este blog está mi correo, puedes escribirme, o en un comentario por favor puedes dejar el tuyo, y yo te digo de Humberto.