martes, 23 de junio de 2009

“Ellos prefieren vernos desnudas a escucharnos hablar. Pero en el caso masculino dejarlos hablar es verlos totalmente desnudos.” Esto en el blog de Abril

-No tengo ninguna objeción en hablar mientras te desnudas
-Habla, pues –Y me quito la mascada.
-Mm… los puntos sobre las íes es una figura…
-No, habla de ti –Me pongo la seda en el cuello
-¡Quítatela!
-Habla
-Está bien… cuando era niño creía que los perros se volvían fantasmas -Dices con velocidad como si se tratara de un trabalenguas
- ¿Por qué? –Quito la liga que sujeta mi cabello, lo muevo, eso me agrada
- ¿Por qué, qué?
- Creías que los perros… eso
- Ah, sabe… sigue
- Sigue tú. Pongo mi mano sobre el primer botón de la blusa
- Y luego, mi mamá venía a consolarme –Te acomodas en la silla, tocas tu cuello.
- ¿Cuándo? -He desabrochado todos los botones. Puedes ver mi sostén blanco de algodón con encaje leve.
- Cuando lloraba… Oigo tu respiración, veo tus manos, sobas las rodillas, quitándote el sudor
- ¿Por qué llorabas?
- No sé, quítate la blusa
- Habla, dime más… Me la quito y la tiro al piso
- ¿Qué te digo? -desabrochas mi sostén
- ¿Por qué… llorabas? -Mi falda, apresurada persigue en el suelo la blusa
- ¿Cuándo? – ya tus manos llegaron sabe cómo a mi cadera, me aprisiona. ¿Cuándo qué?... te digo

Tal vez sea inútil intentar comprobar tal afirmación con semejante ejercicio...
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lunes, 22 de junio de 2009

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El Camino a casa ha sido en esta tarde muy largo. ¿Qué hace uno cuando camina? Piensa o bobea. Me dediqué a ambas actividades.

No puedo evitar las más de las veces que pienso o que bobeo (casi toda mi vida) sentir cómo el cristal me deja afuera. No, más bien me percato con facilidad de que todo lo demás está afuera. Es muy duro acatar esta certeza.
Para ver cualquier cosa, tenemos que salirnos. Para escribir un verbo tenemos que dejar de ejecutarlo. Sólo al alejarse se perciben los detalles. Es la soledad.

Ya casi para llegar, cruzo la vía como todos los días la cruzo (por lo menos cuatro veces, qué destino: Cruzadora de vías) y volteo a la derecha, hacia el norte, donde la vía y sus durmientes parece que se esfuman, allá en la lejanía... sé que no es así, me consta porque la he caminado, que los rieles y travesaños de esa escalera acostada que no va al cielo, llega a la curva y le da vuelta y es allí donde parece desvanecerse, pero sigue desenvolviéndose hasta que llega a la Estación de trenes. Desde allí es otro el cantar... ¿a dónde llega? no la he andado tanto. Creo que a Nogales.

Y pienso seriamente si morir podría ser, porque quisiera que así fuera, caminar sobre la vía y llegar.

Lloro, un llanto profundo y seco. No me atrevo a confesarme quién espero que esté al final, en alguna estación, esperando para abrazarme.
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sábado, 20 de junio de 2009

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"Entre los signos que me advierten que mi juventud ha terminado, el principal es percatarme de que la literatura ya no me interesa verdaderamente. Quiero decir que ya no abro ningún libro con aquella viva y ansiosa esperanza de cosas espirituales que, a pesar de todo, sentía en un tiempo. Leo y quisiera leer siempre más, pero ya no recibo, como antes, las diversas experiencias con entusiasmo, ya no las fundo en un sereno tumulto prepoético. Lo mismo me ocurre cuando paso por Turín; ya no siento la ciudad como un estímulo sentimental y simbólico para la creación. Acabo por responder cada vez: ya está hecho."
Cesare Pavese
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sábado, 13 de junio de 2009

(Heráclito)


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Vendrás y serás otro

Tú, el que espero no serás
sino el que llegará

Otro.

(Al que tampoco conozco

y también espero)
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martes, 9 de junio de 2009

Para Emilia, y para su madre que está sufriendo tanto

Ayer. Pasadas las seis de la tarde. El lugar por el que caminaba en ese momento provocaba voltear a ver la grandeza de las montañas a lo lejos. Y en la Mariquita, a la mitad de su falda se veían las llamas, rojas, enormes (sé que lo son porque a pesar de la lejanía se alcanzaban a ver)… el humo salía café, a ratos blanco… hectáreas y más hectáreas de pinos, pastos secos quemándose. El cielo nublado. Pensé en las pocas posibilidades de que el fuego se apagara con una lluvia tan remota.

A escasos minutos, cinco, diez, de mis pensamientos, la lluvia llegó, gotitas leves primero, luego más fuertes y empapadoras. Me dio mucho gusto pensar que el incendio forestal se apagara. Porque alguien que pasaba dijo gracias a Dios que llueve. Reflexioné.

Por eso se cree en la vida eterna, porque se desea un mundo mejor.
Porque no puede concebirse que el dolor no tenga recompensa. Porque no logramos admitir el sufrimiento en un niño que muere, esa chingadera no es concepto asimilable

Por eso se piensa que los niños muertos serán ángeles.

Por eso abrazamos a las madres.
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Por eso rezamos.
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Y creemos.
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jueves, 4 de junio de 2009

las mañanas suelen ser
tranquilos agujeros plácidos

a veces pareciera
que uno aunque desee
no puede salir

y en esas ocasiones
la mañana se eterniza

y estamos enfangados
en su pesadez tan dulce
a media noche

(podemos, incluso
llegar hasta la muerte
y no nos damos cuenta
porque flotamos
en una mañana que se estira
y que nos aprisiona)