miércoles, 27 de diciembre de 2006

Al pie de la letra

Esta noche me acosté como al descuido, mecánicamente, no sé si cerré la ventana antes, si sacudí las sábanas, si acomodé la almohada. "En un papel que habré traído todo el día entre mi sostén y la piel, sobre el pezón izquierdo, escribiré su nombre". No sé. Me acosté porque presentí que era la hora de dormir. Así me dormí también: casi sin querer, sin darme cuenta. "Untaré sobre las letras recién hechas, saliva jugada largo tiempo entre los dientes". No sé si cerré los ojos aún despierta esperando que el sueño llegara o si, despierta, me dormí aún con los ojos abiertos. No sé si escuché música, si fue el silencio lo que me arrulló. No sé qué marcaba el reloj cuando sentí.

Mis pies. Alguien, como el rocío, toca mis pies. Son manos. Están frías, rodean los tobillos, sin apuro, o así lo siento, sacan mis calcetines, me estremezco al quedarme desvalida sin ellos. "Envolveré en el papel su foto, un cabello de la nuca, una pestaña y un pelo de mi pubis, arrancados". El roce sube ¿estoy sudando?, mis piernas están húmedas, es vaho sobre la piel caliente. Los dedos que caminan en mi piel arden, siguen ascendiendo. La humedad. "Quemaré el papel y todo lo que envuelve mirándome al espejo". Los ojos, no puedo abrirlos. Estoy confundida, los muslos se me queman. Las manos que acarician las rodillas piden ¿qué? Hago descender mi propia mano para saber de lo mojado y mis dedos son chupados, penetran en una boca que deja regueros de lengua acariciante entre los poros, mis rodillas se separan. "Y pediré por que esta noche vengas". Casi me muero cuando sé que es una lengua, la suya la que llega y lame como algún día prometiera. Quiero abrir los ojos. Ver...

Entonces me incorporo en un gemir y digo: Ugo...
Y desapareces. Y desapareces. Desapareces.

"No hablaré, jamás diré su nombre. Ya está escrito."

miércoles, 20 de diciembre de 2006

La virgen

De Clara Hilda aunque haya sido ausencia.
Para ella aunque no.

Quería alcanzar tantas alas volando. Y todos los pétalos derrumbados, sollozados por el viento. Y el batir de todas las frutas, llenando con sus alas de perfume, todo el aire. Y el olor de la lluvia cada vez más cercana le daba miedo. Y la desearía dentro del vientre, le picotearía con sus afiladas gotas las entrañas y le escurriría dulzura entre las piernas. Y poder querer y desear. Y que alguien la quisiera.
Todo eso quería y le daba miedo alcanzar alguna vez esas alas batiéndose y que fuera en retirada y que todos los pétalos azotados, aullados por el aire. Que todas las frutas volaran y se incrustaran en otras nubes y que no lloviera sino allá, y que el vientre se le apergaminara, seco, y a sus piernas jamás las mojara el dulce sabor de las gotas. Y no desear y que nadie nunca te quiera
.

lunes, 18 de diciembre de 2006

Gotas


Cagar. Con todas mis fuerzas. Terca, empecinadamente lo intentaba. Mi rostro rojo lo decía. El sudor corriendo por la frente, también. Mis gemidos deben haberse oído hasta la calle... Entonces escuché caer la primera gota, la otra y las demás: la lluvia... Con un repentino vacío cardiaco, desnudo, me puse en pie y me recargué en el marco de la puerta a ver pasar la lluvia. Pero sólo veía el agua resbalar de los techos, rodar sobre las hojas de los árboles más altos... el agua chisporroteaba al zambullirse entre los charcos diestros que con prontitud nacieron... Y te recordé: tus ojos limpios, los labios mojados, el cabello diminuto sobre el cráneo casi redondo. Y eché de menos tu lengua. Extrañé con goteante olvido tu ombligo en mi saliva... el perdido olor de tus axilas removió mis tripas y regresé a sentarme. Aquí estoy, perdido en la añoranza de tus dientes en mi sangre, y satisfecho porque, retacado en la lluviosa condición del día y el fangoso recuerdo de tus nalgas duras, puedo, por fin, suspirando, cagar.
tu voz es la manzana que muerdo
cuando tus dientes me regalan
el agitado modo en que respiro

jueves, 14 de diciembre de 2006

Tres poemas casi melancólicos


Solitarios zapatos enlluviados

dos dedos para alcanzar la nube
tres para la lluvia
con cinco llegará el granizo
con seis dedos lo nublado
y con siete
vientos mojados

sólamente cuatro
para llegar hasta el rocío
con ocho
la nieve acariciamos

(¿la espuma?
no se alcanza ni con nueve)


La noche

se llevó consigo

el aire manchado

y el tierno

sabor del olvido.


Cuando el agua cae
haciendo nudo la garganta
y el aire se divide
....................en trozos luminosos
te recuerdo

martes, 12 de diciembre de 2006

Explicación


“Como si la mitad repentina de su rostro cubierto por la cabellera negra se hubiera trasladado caliente debajo de mi ombligo. Ven, me dijo su media mirada.


Y fui.”


De Evodio, el Diario

lunes, 11 de diciembre de 2006

Retrato del veneno


Ella lo miraba desde arriba..... él tenía los ojos cerrados y expresión de angustia..... ¿qué piensa? se preguntó ella repetidamente mientras..... ¿qué siente?..... Mírame...aquí estoy.... quiso decirle pero no podía hablar.... ¿sabría que allí estaba ella?....que lo veía a ratos entrecerrando los ojos y entreabriendo la boca..... que lo veía desde arriba.... él abajo..... la pared ¿blanca? enfrente..... Ella se lo preguntó.... él dijo que no necesitaba abrir los ojos para verla..... Ella no le creyó..... y pensó que estaba equivocada al permitir el regalo de su lástima..... Él fingía que le regalaba placer..... Y sí, pero con lástima..... la lástima envuelta en el coloreado placer.... atada con esas manos fuertes que sostenían su cadera mientras ella lo veía darle su lástima..... desde arriba ella no podía dejar de pensar.... de sentir que sólo era lástima.... pero a su cuerpo esas consideraciones no le importaban..... si estaba tan bien él adentro.... si su lástima era caliente a su cuerpo no le preocupaba ningún razonamiento...... Ella no se lo dijo..... él lo negaría.... tal vez se escudaría en el enfado.... y ella se sentiría aún peor si él se enojaba con ella así... que siguió permitiendo que su lástima se moviera adentro..... que la hiciera líquido.... que no abriera los ojos.... que pensara que no era ella la que lo rodeaba y mojaba..... Ella sufrió..... tal vez él también..... Ella lo duda..... Quiere que no.......... Fin

viernes, 8 de diciembre de 2006

Melodía

Estaba dormida cuando te oí, te moviste junto a mí, tarareabas una dulce melodía que desconozco… y te pregunté, somnolienta: ¿me hablaste?
Y tú.

Olvidando el protocolo de la vida y de la muerte, dejando de lado las reglas elementales del decoro y la cortesía, olvidando que un muerto no puede aparecerse ni hablar sino sólo en sueños, me besas y dices: “No, mi amor, duerme.”

jueves, 7 de diciembre de 2006

Estoy, si decirlo pudiera
como aquel a quien por las mañanas
se le despuntan las ideas
de tanto filo al alba
de tanto sol
en pleno ayuno

así como a quien se le van las risas
en las noches
de todo ese querer nocturno
de todo el llanto negro y estrellado
en plena sábana…

miércoles, 6 de diciembre de 2006

Para Miguel Ángel
Morir

He visto muchos perros muertos, algunos ya pudriéndose.
Nunca, sin embargo, había visto cómo atropellan y muere un perro. Estábamos, como si una tarde oscurecida cualquiera fuera (eso era), mi padre, Mariana y yo, afuera, en un jardín o no sé cómo llamarlo de enfrente de la casa, antes de que empiece la calle. Oí el tronido antes que ver: al perro girando un poco como en cámara lenta, luego cayendo, rebotando en el cemento, mero enfrente de nuestras miradas, moviendo las patas y empezando a soltar toda su sangre. Debo confesar que casi me desmayo, vomito o no sé qué. Mariana quería salir y ver de cerca esa muerte, muchos niños sí corrieron a ver como aquel animal dejaba de serlo. Como si hubiera estado ensayado y aquello fuera sólo una representación, los niños más grandes después se lo llevaron, lo colocaron adentro de una bolsa y desapareció, alguien sacó una manguera y lavó la mancha que siguió corriendo, cada vez más diluida mancha roja y corredora…

Luego, Mariana ya dormida, sentados mi padre y yo en el porche, él me contó de una vez que estuvo por horas lavando la mancha de sangre de un compañero minero que murió. Me contó que estaban adentro de la mina y que el hombre que pronto moriría colocaba cargas de dinamita entre unas piedras, muy alto el espacio arriba suyo, y vacío. Una piedra cayó y le tiró el casco de seguridad… la segunda piedra lo mató, pequeña pero que cayó desde muy arriba… estaba solo y se desangró. Sus compañeros lo supieron o presintieron cuando llegó hasta ellos, que estaban muchos metros abajo, el hilo de sangre, mensaje que los hizo correr, llegar, avisar y sacar a aquel minero ya muerto. A mi papá le dieron la orden de lavar y lavar, hasta que no quedara rastro de aquello. Recordó otras cosas después. Cuando él cayó no sé cuántos pies (los mineros de aquí miden en pies), inconsciente a una especie de embudo donde se trituraba el material y cómo su salvación fue precisamente la sangre suya que corría y llegó hasta abajo del embudo avisando que no siguieran con el trabajo… Amo estar con mi padre y agradezco que él busque estar y hablar conmigo.

Así le decía a Miguel y él me contó de otra sangre que corrió cerca de él, en otro tiempo, en este mismo país. Nuestra vida se sostiene con historias, la vida ya pasada es nuestro esqueleto, y el andamiaje de lo que estamos o queremos construir.

Para vivir.

lunes, 4 de diciembre de 2006

...dos casi iguales
.......(pero no)

..........uno
¿qué voy a recibir del aire
cuando atraque la luz
y me incendie?

..........y otro
fugaz y volátil luciérnaga
¿qué menjurje frotarás
con temor
en mis alas
esperando tal vez
un incendio?

jueves, 30 de noviembre de 2006

A Isabel Gámez Tapia, abuela

Se llama llorera

Llorera.
Como la vida.
la muerte que llegó con tal ausencia.
Con tal.
Con cuál.
Llorera.

Abuela
hay algo que tengo que decirte.
Ese rumor que llega en las mañanas frías
del silencio
te llama.
Dice tu nombre
te grita
..........el pobre.
No sabe
que no responderás
...................ya nunca
cuando alguien quiera verte.

No contestas
para la vida
tus ojos y el oído de tu corazón
están en caracol cerrado
y frío.

Este lunes incierto no sé.
Cómo me llamo.
Cuál es mi nombre, cuál mi llama.
Con qué palabra nadie me grita.

No me llamo tierra
casi estoy segura
tampoco reconozco el nombre barro como mío
ni el nombre de la muerte
hace que mi pena voltee a ver quién llama.
Ese nombre está contigo.

¿Me llamaré rocío, relicario, uña quebradiza?
¿Acaso mi nombre será arroyo?
¿O acaso pozo seco?

Mi nombre es el tuyo, abuela.
¿Tú cómo te llamas?
En ese sitio mudo y hueco
¿a qué nombre respondes
sin tus rezos, sin ventanas y sin santos?
No sé cómo llamarnos, abuela
en esta noche sin respuestas.

Con cuál voz dices de fantasmas
tesoros escondidos, el puente calladito
el cruel caballo y la cigarra
el río.

¿A quién le dices de gatos y serpientes
de fuegos en la grieta oscura del sueño
seducido?
¿A qué muertos arrullas, abuela
deshojándole tus muertos?

Abuela
¿Qué soy?
Me dejas convertida en manantial
salada esponja.
Me escurres al olvido.
Me dejas.

Con palabras dulces
te me vienes a la lengua
con la chúcata
con las melcochas
con el azúcar tostado
atole y con las portulacas.

Portulaca enmohecida
huele la izquierda de su mano
y envidia
al puño de tierra que sostiene el llanto
por su muerte.

¿Y la lluvia, abuela?
¿qué te dice?
Aquí la lluvia ni suspira
no abre para nada el ronroneante gotear
del habla cristalina.
parece que te extraña
con esa liquidez del ojo cuando te lloramos.


Pero la lluvia, abuela
cómo susurra los espantos y las soledades
las veladoras prendidas
.........................y el silencio.
La lluvia, abuela
cuánto inventa
cuánto llora.

La lluvia, abuela
te acompaña.

Llorera
.

miércoles, 29 de noviembre de 2006

Instrucciones que no sirven de nada

abrir ventanas venas los labios manos y palabras deshilar todas las redes abrir todo lo que puede ser abierto la vulva el mar quedarnos en silencio levar el ancla las flores abiertas a todo lo que dan cortar con los dientes las amarras los ojos bien abiertos y las piernas que nada nos sujete para que nos habite sin pantano que nos detenga para que nos transforme sin raíces que nos jalen para siempre en un cadáver más como millones de muertos que pueblan el más allá

porque ya estamos solos pero nos falta soledad

lunes, 27 de noviembre de 2006

Poema deseoso

Perderse en un perdido
y minúsculo grano
de arena.

Ser ese ser oscuro
que dormita
ausente
dentro de los sueños.

Pasar de la inmovilidad
musgosa
de los hongos
al sedante movimiento
del gusano
muerto.

(acurrucado, vuelto recuerdo
del agua tierna
del roce tibio
con la fiel y suave
indiferencia
de lo que todavía no nace y sabe
sin embargo
lo que aún no pierde)

sábado, 25 de noviembre de 2006

Apenas un dolor

… me duelen los caballitos, la rueda de la fortuna, el tiro al blanco, y el tiro al negro. Sobre todo me duele la mujer araña y sus lamentos; me duelen los payasos, las manzanas enmieladas; el algodón de azúcar (el azul más) y los enanos me duelen; me duelen los cacareos de las gallinas de mil alas, el hombre más fuerte del mundo, el tigre, el remolino chino y las carcajadas me duelen…

- Pero yo sólo pregunté si querías…

… y también me duelen los rifles, las municiones, el becerro de tres cabezas y el mundo de las serpientes; me duele y no sabes cuánto la mujer barbuda y el cielo de los espejos; y las fotos en llavero me duelen junto con los cohetes; me duelen los muñecos de cuerda, los elotes con mantequilla, los churros calientes y las sillas voladoras…

jueves, 23 de noviembre de 2006

Si pudiera sostener el polvo que acumulas
avarientamente entre los muslos
calentar su suavidad un poco
para después, sin prisa
soltarlo ente los dedos
y dejar que caiga como un arroyo espeso
que blancamente corre;

Si la frescura amarga habitante tierna
de tu axila
lograra acomodarla un día en un armario
entre líquidos, sábanas y arañas espumosas;

Si permitieras que mi boca se acercara
al oscuro desierto de tus huecos más perdidos
para depositar saliva fermentada;

Si el cabello creciera lo suficientemente liso
para poner morosamente
en cada poro de tu piel
la ceniza que me pone los ojos
como cruel higuera…

Tu rostro se transformaría paulatinamente en otro
el llanto rodando hasta el ombligo
y sonriendo lejos sin apenas darte cuenta;

Si quitaras el velo que cubre la punta de tu lengua
morirías sin saber siquiera lo que pasaría…

Si el camino que se pierde en tus abismos
lo poblaras de puentes colgantes y escaleras,

Si dejaras de encajar las uñas en las ganas que te tengo
te crecerían en el vientre y en las piernas musgos
hongos y plantas trepadoras…

Antes de morirte
húmeda
y jugosamente.

miércoles, 22 de noviembre de 2006

parada en esta esquina paralela
a los pasos más turbios
de la noche escueta
parece que una piedra atravesara
los caminos y veredas
y todo lo que lleva al sueño

los grillos, los pequeños ruidos
y el silencio ya no son capaces
y el ambiente se pone cada vez más tenso

por eso me coloco en este pedacito
de ciudad maltrecha y encogida
para tratar de parecerme un poco al viento

porque quisiera llevarme volando entre el cabello
tantas horas muertas y entumidas
y arrastrar el polvo del recuerdo
y zumbar con él entre los techos

lunes, 20 de noviembre de 2006

La noche carga todos los secretos

Hace frío, viento
tendrás que suavizar tu respirar
para no despedazarnos en silencios

¿Por qué te llamas viento
si sabes a alcanfor, a anís
......................... y a incienso
si sólamente tienes para dar
agua y espejos
por qué te llamas viento?

Tendrías que llamarte arroyo
turbulento
O pozo
...... seco.

jueves, 16 de noviembre de 2006

Es una pretensión inútil
acumular palabras
para derribar paredes
….............……………………y ventanas

¿Cómo decir:
……………........tírate al suelo, casa
……………........vete a la madre, techo?

¿Cómo lograr
que la puerta resquebraje su silencio
o la cortina pierda florecitas
o la silla y la mesa se nos pierdan?

¿Cómo convenceremos a la cama
………………………………….................de su repentina muerte?

¿Con qué palabras le diremos al geranio
que no huele?

¿Y cuál discurso
y cómo lo pronunciaremos
para despedirnos
……………..........……y por siempre
del espejo?

miércoles, 15 de noviembre de 2006

Estamos muriendo
a paso de tortuga
en un riel mojado por la lluvia

Estamos muriendo
con este cabello terco
que nos ata a los caminos como hierba oscura

Estamos muriendo
con los besos escaldados
de tanto comer caricias a destiempo

Estamos ya muertos
casi con gusanos pero florecidos
y con grandes ganas de seguir muriendo

martes, 14 de noviembre de 2006

Para que te traigan

Gusano
………......tráemelo con polvo
enredado en telarañas
arañita tierna
………......tráemelo
relleno de musgo
hongo
………......tráemelo en silencio
oquedad celeste
jineteando un rayo
………......tráemelo luz
en una botella
………......tráemelo lluvia
empapado en charcos
gota de frío
relleno de nube
viento
………......tráemelo nublado
ojo de los cuervos
con batir oscuro
………......tráemelo
campana de hielo
lento y tembloroso
………......tráemelo
balada del cascabel
………......tráemelo sonriente
………......tráemelo piedra
endurecido
anillo de fuego
………......tráemelo en la llama
………......tráemelo
sauce llorón
aunque gima y se resista
………......tráemelo
recuerdo.

lunes, 13 de noviembre de 2006

Historia de amor

Estaban en el polvo
tendidas con la boca despierta
...............................hacia el oscuro cielo.

El caminaba, la sonrisa
........................en los bolsillos
el ombligo lleno de agua.

Tropezó con ellas de improviso
se fue de bruces como mariposa
...............................muerta
y se cortó las pestañas y el aliento
con las puntas dulces y afiladas
de las estrellas que estaban
con las piernas bien abiertas.

sábado, 11 de noviembre de 2006

Liquidez

Ya me voy arrepintiendo de ser agua
ya me estoy cansando de mojar
de correr entre las piedras
de arrastrar
entre basura y lodo
las estrellas.

viernes, 10 de noviembre de 2006

Desde que te fuiste

Me sobra la sombra
me estorba
me estira
me arrastra
me cansa

Creció como barco de vela
en sólo unos minutos

Se mueve jalando su baba
me hace cosquillas en la nuca
me llena de sudores
me acongoja el alma
y me seduce

Me sobra la sombra
me enfanga
me empuja por los callejones
mete su ligero pie
y hace que me caiga en charcos

Me estorba la sombra
me espía
me rompe

Me mata
y sin remordimientro
termina derramando lágrimas
sobre mi tumba

jueves, 9 de noviembre de 2006

Si una noche despiertas tembloroso
sintiendo que el regreso es un camino cierto
que podrías pisar impunemente
ojalá recuerdes que el tiempo
se lleva sin remedio
al fondo de las cañerías
y a lo más profundo de las soledades
todo lo que a su paso encuentra
el fracaso las horas muertas y el otoño
a veces…

Será mejor que vuelvas a dormir
con la certeza de que sólo
pierdes un recuerdo amargo
que desde hace rato
apesta.

miércoles, 8 de noviembre de 2006

tu ausencia:
un bofetón en la sonrisa
una patada en el ojo
un jalón de orejas
un piquete de alacrán
en el ombligo

martes, 7 de noviembre de 2006

qué digo
con este grito salado
que no sale

qué hablo
con el nudo lugar comunísimo
que machaca
mi palabra

sin tu boca y sin tu lengua
¿cómo haré para nombrarte?
¿cuál esquina del deseo
recorreré sin tu saliva
para guiarme?

sin tu ombligo para cabalgar mi pelo
¿qué demonios haré con este llanto
si no estás para beberlo?

amor
mi ausente

lunes, 6 de noviembre de 2006


Tu recuerdo es un sueño
un montón de escombros
un pasillo inundado
de serpientes

tu recuerdo es un grupo
de ángeles parados
en la esquina
esperando por la lluvia

que voló hace tiempo.



te tiré al polvo
te aventé al olvido
pisoteé con silencios
tu recuerdo



Hay quienes no pueden quedarse
y quieren detener la noche
como si fuera tren
para regresar al día
en que fueron niños

Y no se puede

Oh, no

viernes, 3 de noviembre de 2006

La hora

Las nueve y diez
me duele el corazón

Tendré que alimentar un trigo
y hacer una escalera de agua
para escalar ruidosamente
la escarpada ladera de la noche

Tendré que sofocar un gato
con mastuerzos
y ponerlo de almohada
por si vuelves

Tendré que orar a las estrellas
muertas
y hacer redes con flores secas
en mi ombligo
y en mi pelo

Porque ya son las nueve y doce
y el corazón me duele.

jueves, 2 de noviembre de 2006

A Luis Rey

Tengo un corazón ardiendo
entre las manos
y no sé a quien pertenezca

En alguna de esas noches

Noches llenas de difuntos
que son como recuerdos
de historias oídas
en otros idiomas
lo pusieron
me lo dieron a cuidar
lo encendieron
y desde esa oscuridad lejana
no hay nada que con estas manos
yo pueda tocar
sin sentir que de mi tacto
estoy atrás

Para Manuel, Guaymas


La confusión es neblina que cubre cualquier calle

Alcanzamos a mirar al gato
ladrándole al conejo equivocado.
Quisiéramos, en ocasiones, convencerlo de su condición
felina
en este sitio
donde los peces navegan en un aire enrarecido
dejándose atrapar por manos
que quisieran atrapar
la vida

Lo inútil se hace soledad
somos amantes de la luna
y la tocamos
como tocar
por fin
la sepultura

miércoles, 1 de noviembre de 2006

El último recurso

Torcerle el brazo derecho al sueño
hasta que llegues
extraerle los ojos a la almohada
y ponerlos en sal
hasta que llegues

jalarle los cabellos a la sábana
morderle los dientes a la colcha
poner arcoiris silenciosos en todos los rincones
levantar con machetes las uñas de la alfombra
sin miedo aguijonear la risa
hasta que llegues

tenderme como muerta en los cristales rotos
y cerrar bien los ojos para verte
cuando llegues

martes, 31 de octubre de 2006

abrí la puerta de aquel silencio
y allí estaba adentro
acurrucada como pollito
tu repentina
ausencia

jueves, 26 de octubre de 2006

Para Pina, para Emma.
Para Francisca, Fidelia, Ivonne, Inés, Flavia
Lucina, Mirna ,Marilú, Tania y Renée.
Para Mariana Isabel
.

El Dragón


Vereda, no camino
para vestir muñecas con arrullos tiernos
y luego desvestirlas de impaciencia
con el aburrimiento de la curiosidad satisfecha.

Las muñecas empaparon nuestra ubicación
nos dieron la certeza insólita
del oeste
lugar en el que nunca viviremos.
eternas habitantes del deseo y el temor.

El camino, no vereda
señalaron con sus mordisqueados dedos
las muñecas.
Y mientras, el cabello,
exhibición del disfraz,
se enredaba
germinando en peines, trenzas y jalones.

Paseamos por las añoradas playas del verano,
los imaginados callejones de la persecución oscura,
las ciudades de oro, el polvo de las carreteras,
los salones lujosos, la plaza y todas las lunas...
calzadas con tacones ahuyentados sin permiso
de las madres
y de sus cajones.

Fuimos muertas
nos lloramos en los corrales
tendidas en la sombra de los árboles frutales
bajo el cobijo de las flores calientitas.
Nos sentimos muertas. Creímos en el sufrimiento,
y rezamos inmisericordemente antes del llamado
para la tarea
el baño o alimento que resucitaba nuestra vida niña.

Fingimos la boda
los divorcios, la viudez, los hijos, la risa
y los dolores.
Aprendimos de la lluvia el desconsuelo y la humedad
el irse, no llegar
y los relámpagos.

Ahora, cuando el aire dulce sostiene su mirar
atardece y nos envuelve.
Como un cerco sutil nos cerca.
Como un barco fugaz
navega en nuestra piel
y tiembla.
El aire nos penetra porque somos de papel,
nos hunde en un silencio falso.
Como cruel sirena
canta, nos convence y vamos
con los brazos extendidos
como nos enseñó la muñeca:
A morir
ahogadas en un espejismo
líquido
que vuela

Llegó la muerte
la ausencia es verdadera
y a nosotras nos gustaría vivir en una iglesia
sin ventanas
ni puertas
o arriba de una higuera
todo el día manoseada por la lluvia
y toda la noche acosada por el rayo.
No aprendimos de la muerte sino el dolor
los opacos ojos de nuestras muñecas.
no sabemos de ella
no entendemos por qué las manos vacías
y la flor ya seca.

En una madrugada solitaria
tratamos de ver el rostro en el espejo
de una hoja en blanco.
Abrimos los ojos
y el sobresalto nos hiere
cuando vemos el mensaje ausente.

Todas queremos ser palomas
saciar la sed
en charcos recién lloviznados
y en cambio aguantamos dedos y mordiscos
porque somos el dragón
sin dragón
el puro fuego.

La soledad:
Un muro pelón
estorbo derrumbable
para brincarlo
recargar la embriaguez
o sobriedad que nos convenga.
Un muro pelón
para orinar, poner grafitis
para pintar mentiras
o verdades que se borran
con la lluvia, el sol o más pintura.
Un muro pelón
sin puertas, ventanas, ni agujero de ratón
sin enredadera firmemente
abrazada a los cimientos.
Un muro pelón
y frente a él, en fila, estamos.

Porque somos el dragón.

Nos hemos escondido
han contado hasta diez.
Morimos con el corazón arrebatado
atrás de los espejos
parecidas a los hilos de agua
de la telaraña en el reflejo.

Pero nos encuentran.

Salimos tras la luna
desorbitados los deseos
de esfumarnos
y estamos escondidas dentro de los calcetines
con el sudor fresco y excitado
arrinconadas en la página final del libro más polvoso.

Pero nos encuentran.

Saltamos los cercos
nos arrastramos abajo del viento
callamos nuestro pelo escandaloso
con arena fría,
masticamos el respiro, lo tragamos,
sacamos fieramente la lengua mentirosa
de nuestra muñeca,
pisamos y no se oye porque no avanzamos.

Pero somos puro fuego
y nos encuentran.

Siempre.

miércoles, 25 de octubre de 2006

Sucede que en algunas ocasiones, muy de vez en cuando, no llevo registro del suceso, ni creo que merezca nota alguna
(a pesar de tal creencia escribo esto para decir que:)

Algunas veces
El llanto es un desierto
Que me roba la humedad
Mientras me moja

El llanto en esas raras veces es arroyo mar laguna río brisa lluvia soledad es pergamino pútrido olor papel seco pétalo escupido

Pero es sólo a veces
Ya casi ni lo digo

estamos en la vida y no logramos
saber
si somos
telaraña
flor carnívora
o ventana
en esas ansias de aprehender
al otro
el que no sabe si es insecto
o aire fresco
luchando por entrar

martes, 24 de octubre de 2006

(Mariposas) amarillas

Siempre atravesamos un baldío (poblado) de matorrales espinosos y llenos de flores (moradas), hay una vereda (tortuosa), y Mariana va enfrente, eso me permite ver (amarillo sol) cómo al ritmo de su caminar, las mariposas se mueven, la rodean (parece que salen de su cuerpo). Al final (del caminito) hay una planta más grande que las anteriores y Mariana ( siempre) se detiene frente a ella, se inclina y con (tierna) meticulosidad, atrapa mariposas, las toma (con mucho cuidado) con dos dedos a veces otras con las dos manos, haciéndoles una jaula (provisional), les ve la cara (según dice) y las deja ir (una y otra vez)… la apuro y no quiere (abandonar), mientras eso hace las mariposas (amarillas) revolotean, como si la retaran y le dijeran falto yo, tómame a mí. (A mí asústame).

(Tómame…) ¿cuántas mariposas (amarillas) se necesitan para que parezcan multitud de vuelos (en el sol)? ¿Cincuenta, treinta?. Diez son (veinte alas), muchas… (demasiadas).

Una sobredosis de belleza (y de fragilidad).

lunes, 23 de octubre de 2006

Trenes nocturnos

En ciertas madrugadas
cuando el sueño no es definitivo
y aún el ruido y los aromas pueden inquietarme
hay trenes que con su silbido me arrancan
a jalones
de ese terreno escabroso
que aún me pertenece
y todavía no es sueño.

Son capítulos de un libro de metal nocturno
parece que acarrearan muertos
como aquellos muertos de novela
o aquellos otros muertos de la vida cierta
y pienso entonces en mis muertos
en todos esos muertos que viajan sabe Dios
en cuáles trenes
mirando quién sabe qué paisajes
detrás de ventanillas que no se abren
diciendo adiós a los que despedimos
su recuerdo.

En ciertas madrugadas
cuando todo podría reencontrarse
y el dormir es casi lo único posible que nos queda
después de los terrores diarios
llega el murmurar profundo del gusano
el paso lento de vagones ronroneando
sobre el riel
y los durmientes.

Nosotros, que dormimos
y tal vez soñamos en amaneceres
como una posibilidad ignota
somos despertados a veces bruscamente
cuando pasan y untan su chirriar nocturno
esos rectangulares espacios
desvelados huecos que se mueven
guiados por caminos de metal.

Quién los lleva
me pregunto
a dónde irán.

Y en el colmo del soñar y despertar a ratos
la representación de un muelle como destino final
llega a mi memoria que duerme e inventa:
un muelle de niebla
con maderas rotas, pobladas de seres
mojados
esperando obtener un pasaje
que pudiera hacerlos despertar
Tal vez son estrellas marinas
que desearían volar

Considero la remota
la lejana
la imposible
brisa
Sostengo la esperanza de una imagen
borrosa entre la bruma del sueño
de mares estrellándose en las ruedas
y vías derritiéndose en la sal.

A veces, esos trenes
desvelados buscadores
de tesoros
desvelados muertos
de las pesadillas
me hacen creer
que ya he muerto
y navego buscando mi tren
mi pedazo de noche
una ventanilla tras la cual mirar
y decir adiós
como todos los que ya no están
traqueteando sobre un camino
de hierro, de piedras y sed

Y en esas ciertas madrugadas de susto
a veces despierto del todo
Y sé:
son trenes cargados de cobre

Me digo:
son cajas reptantes, mensajes que no se reciben
destinos que no son
sino lugares vacíos que se mueven
de allá para acá.

Son trenes resecos
vagones rellenos de aroma profundo
pozos de materia muerta.

sábado, 21 de octubre de 2006

Números para una espera

uno

Repletos de ausencia
llenitos hasta el tope
de recuerdos.

Así te esperamos.

En las noches naufragamos
entre las cenizas
sin madero que nos salve.

dos

Permaneceremos ciegos
hasta verte.

No tendremos tacto
sin tocar tu piel.
ni pies sin caminarte.

No seremos dueños
de la bofetada
sin golpearte.

tres

Así, muecas en la risa
te esperamos.

cuatro

Estaremos rodando en las aceras
seremos blanco fácil
de escupitajos y patadas.

cinco

Indefensos en la espera.


Montón de mentirosos

Las mentiras blanquean el aire de esta noche.

No hay eclipse.

Se envicia el círculo verbal
no salimos
no entramos
no podemos mover un solo dedo.
Solo miramos a los ojos
la manera turbia
del aburrimiento.

Los dioses derrochan sus favores
somos los privilegiados desagradecidos
sin culto
sin sacrificio, sin doncella.

Tú eres un montón de mentirosos.
¿Para qué comerte el corazón?

Nos dieron el lugar, el nombre
nos pusieron el colchón de lluvia
saldamos nuestras deudas, propusimos
tomamos las plumas de colores
pagamos el disfraz
y con tinta despiadada
tatuamos en la lengua
del que hablaba
el oscuro silencio
atravesado por setenta flechas
desechables.

No hay eclipse.
Montón de mentirosos.

¿Para qué quiero tu corazón
si ya no quiero?



El recuerdo es animal siempre despierto
que exige agua y comidita diariamente

Hay que vacunar a nuestro animalito
podría contagiarse de la rabia
que a veces nos invade
cuando nos mete el pie
el recuerdo

Ese animal insomne para siempre

viernes, 20 de octubre de 2006

poema para un gato muerto

estaba muerto
el gato
(era color blanco con manchas grises
o negras
tal vez lo gris era cemento
lo negro sólo sangre seca
y lo que vi blanco pudiera ser la muerte)

no tenía un color el gato
pero estaba
muerto

le brotaba una mueca
de ternura y de miedo
una máscara sucia de fiereza
con una dentadura
que parecía el esqueleto
de un insecto muy flaco
que muriera sonriente después
del apareamiento

estaba tirado el gato
recibiendo indolente
el sol de mediodía
en plena mediacalle
metiéndole el pie a cualquier ojo
tuerto
haciendo con las cuencas podridas
guiños grotescos

se defiende ese gato
y está muerto
sacándole la lengua maloliente
a los que pasan sin ningún muerto
a cuestas
que en la mirada les duela
cuando voltean por descuido
y ven
sólo un pobre gato
descolorido
golpeado
y para colmo:
muerto

jueves, 19 de octubre de 2006

Destino

Ya todos estos escalones
suben, bajan por su cuenta
y extienden su caricia acompasada
en oscuros pasillos
alfombrados de amapolas
........................muertas

No puedo avanzar ni leve
ni violentamente
es escozor el tiempo que paso
..............................atenazada
por el deseo de llegar al gozo
que me espera
al fin de esta escalera
.......................in
.........................ter
............................mi
..............................na
................................ble



Crees que resulta fácil
pensar que mueres
y al frío roce de la piel
te muestras asombrado
cuando ves qué fácil
es escuchar
al viento quejumbroso
en la distancia

y te piensas árbol
derribado por el rayo
y te crees pez nadando en un desierto

pero no mueres
es sólo el día
que otra vez pasa


adentro de mis ojos
mis oídos, mi boca, mi garganta
hay un suicida

que se arrastra, que se cuelga, traga mil venenos
se corta las venas, urde posiciones
se pica en soledad, se carcome en el dolor
se devora las uñas en la angustia

dentro de mi vida
hay un suicida que no muere

y por lo tanto
muere siempre


Son quién sabe cuántas horas
derrochadas
de este día

Ya hace sol
y desde anoche
no es tu piel
mi almohada.

Para R C

Estrella de mar
brillando en la salada noche
cúmpleme un deseo:
sé fugaz
y encandila para mí
a ese hombre

Aprendizajes:

Aprendí del deseo
por tu cuerpo

Y de los gatos
el maullar
y los silencios


Gracias al abismo de la muerte
aprendí a llorar más quedo y lastimoso

como lloro aún

( pero muy pocas veces)




¿A dónde te me fuiste mientras me quedaba?
¿Dónde te quedaste mientras me venía?

Yo soy alguien
que en la noche tiembla
porque no hay espacio
ni piel
ni tiempo
que me sostenga

miércoles, 18 de octubre de 2006

Puerta de Entrada

Mariposas ciegas
tocan con sus alas rotas

a mi puerta

Abro las ventanas para que entren
y tomen un café conmigo
que estoy sola
y hace viento

pero ellas se empecinan
en seguir con su diatriba táctil
a mi puerta

Llamo al perro
para que las corra a dentelladas
y no viene
parece ser que por ciertas caninas razones
él también prefiere la entrada por la puerta

El gato sí querría seguro
espantarlas con maullidos
y en caso de suicida terquedad
deshacerlas con sus uñas rojas

Pienso

Y a fin de cuentas no lo llamo
porque me molesta el polvo
de las mariposas muertas
que sella mi puerta

Entro y salgo por ventanas
chimena, tubos de ventilación
mangueras...

Pero ya nunca por la puerta


Las mariposas ciegas no lo entienden
y siguen tocando con sus alas rotas
a mi puerta.

martes, 17 de octubre de 2006

versiones para un desencuentro

primera:

Me dieron ganas de encontrarte
acorralado
luchando por quitar de tu memoria
el raro mecanismo de tu miedo;

me dieron ganas de encontrar
tu llanto en la congoja
de este día gris y moribundo
y, sólo hasta ahora, dolerme de tus ojos.


segunda:

Me dieron ganas de no hallarte
nunca.

Ni siquiera allí
donde el mar se desbarata
y se construye
en olas.



En el cuerpo de un hombre
una mujer puede hallar
agua para beber
o sed


estos días desde que me faltas
me duelen
como una astilla clavada
en el ojo
derecho

la noche es un desierto mojado
y en él
se ahoga tu recuerdo

recogí del viento los pétalos
para reconstruir la margarita
mientras digo
sí, sí, sí

así

amor

lunes, 16 de octubre de 2006

Enumeración de nuestra casa

1

Paredes de papel
desvencijadas
Ladrillos de aire tibio
temerosos de caer
ante el menor aliento.

Ventanas de rocío dibujadas en la niebla.

La lluvia es la cortina
y el cristal es un respiro.

2

El techo se nos hace nube a cada rato
y se nos viene encima
cuando hablamos fuerte
y si gritamos
nos cae en la cabeza encenizándonos
desde las uñas de los pies
al último cabello de la nuca.

3

No tenemos puerta
sólo este cruel candado
nos mete el pie si pretendemos
la salida.

Es una cerradura de vapor helado.
no se deshace su neblina
ni con alaridos
ni pedradas.
Con nada nos deja el paso libre.

4

Así está
la casa que se cae constantemente.
Así está la cama
sostenida por aguajes dulces.
Así estamos tanto
que flotamos
y la silla...

5

Que se cae la casa
con todo lo que tiene adentro
con todos los gemidos
su piso
y sus helechos.

Se derrumba nuestra casa
el espejo empañado
y el espacio lento.

Se nos cae y las almohadas
nos asfixian
las veredas húmedas
que llevan hasta el sueño.

6

Y a pesar de no dormir
y no tener el aire suficiente.

Aunque tenemos la ceniza
hasta en la lengua
la lluvia en el cabello
el papel aleteando en los oídos
el respiro encristalado en la mirada
y el ombligo lleno de agua.

A pesar de los derrumbes diarios
de las explosiones tenues
y del llanto...

7

Un candado de vapor helado
impide que salgamos.
no deja que corramos
cada uno por su lado.

Este candado con su llave adentro
no permite que perdamos
de los ojos
uno
al otro.

viernes, 13 de octubre de 2006

En el hipocampo

Quiero un tren

Quiero un tren en la memoria
y no lo tengo

No puede mi recuerdo
hacer llegar al puerto enmohecido
ni el naufragio
ni la sal
que no sentí en la piel
porque no tuve
nunca fui, no he sido
náufrago, sirena
ni ola nunca tuve

Hurgo en el pasado
desentraño oscuras imágenes
hay ríos, serpientes gorgoteando
que me dicen que no están, que no estuvieron
y rostros ajenos con mirada de fotografía vieja, dolorida
y ni un solo tren
en mi memoria
ni un ahogo en la profundidad salada

Las casas de mi infancia
y los relámpagos
ruedan por los arroyos llenos de polvo caliente
pero en la herrumbre del tiempo
no hay trenes
para poder por fin largarme de esta ausencia
que me cansa

Quiero un tren y no lo tengo

El tren con remolinos y ventanas
redondos o cuadrados agujeros
sepulturas de paisajes y recuerdos

Quiero un tren.

jueves, 12 de octubre de 2006

A Humberto Lavín

La sal de los inviernos

Nos llevará algún tiempo.
Cualquier memoria requiere
más que un silabario
entumecido
en las paredes de los cuerpos.

Parece que no sirven ya
los puentes
ni el añejo miedo a los suicidas
impide que calcule cuántas melodías
has escrito
en el infierno
o en el cielo si compones
si te encuentras
si aún.

Hay verbos y palabras imposibles
que no dejan.
Letras y sonidos
angustias y significados
rasgando las velas con las uñas dulces
para que no zarpen
las naves.
Para que sigamos.

Aquí.

La nieve es blanca
las sombras suelen ser oscuros
jirones de terror nocturno
que rondan por los callejones
el viento sopla
los perros mueren solitarios
las espinas pinchan
nosotros caminamos
otros duermen
despacito
algunos ríen.

Las tardes son ancianas silenciosas
tejiendo despedidas
la noche es un lugar
lleno de ruido
no hay nada que pueda llamarse
descanso.

Los carnavales
allá en la lejanía
presumen su amarillo.
Aquí
vestido de nubes cargadas
con olvidos
el gris lo cubre todo.

Elijo con cuidado las palabras
las bautizo con significados aparentes:
astrolabio: azul amate
barquillo bermellón: borato
escribo con espejos
guayabas y gardenias
humedecidas humaredas
tortuga-torre, torrencial-trasbordo.
me envuelvo en los sonidos
parece que enloquezco
ya no entiendo:
frontera, profuso unisonar
félido, cajones, silepsis, vegetar
lastre necromancia
ver (de) fenecido.
Muerto.
Difunto.
Cadáver y qué más.

En el recuerdo eres añil rocío
que agoniza a mediodía
el olor a sal de los inviernos.
el frío del metal.

Nos llevará algún tiempo.
porque la música ya nunca.
porque tus manos jamás.

miércoles, 11 de octubre de 2006

Una vez hace algún tiempo en ese lugar llamado fábula donde los animales hablan y nos enseñan moral, a una mamá cuervo se le perdió un hijito, así que anduvo buscando y preguntando hasta que alguien (otro animal, claro) le pregunta cómo es el cuervito perdido y ella responde: “es chiquito, mira con ternura, sus plumas brillan como el sol, es más bello que un cisne… Ah no, yo lo que vi fue a un cuervucho flaco, bizco y con pocas plumas, iba por el río… “¡Es mi hijo, es mi hijo!” –dice la mamá cuervo corriendo a encontrar al cuervo más bello: el suyo.

Cuando una madre ve a su hijo se desconecta la zona cerebral donde se encuentra la capacidad de juicio crítico. Hasta Mariana lo sabe con otras palabras desde hace tiempo, ¿sabes que tú eres la niña más hermosa? le pregunto… sí, ya sé ¿y cómo lo sabes? Porque cada mamá tiene al hijo más hermoso del mundo, el de ella, me dice. Si continúo explicándole así la vida, como si de literatura se tratara, sospecho que nunca me creerá.

Esto pasa en menor medida con los amigos también, no vemos sus defectos, algo se nos desconecta cuando los pensamos, hablamos con ellos o los miramos. Mis amigos son casi perfectos (guapos, simpáticos, talentosos, casi los mejores), me complace tenerlos. La diferencia es que la zona cerebral del juicio crítico no se desconecta permanentemente con ellos. De eso no quiero hablar.
Con los hijos sí es para siempre la desconexión. Santiago será siempre el niño, joven hombre más bello, siempre que yo lo vea. No hay otra niña tan linda como Mariana y así será siempre. Para mí.

Y me pregunto. ¿Qué pasa cuando amamos? ¿El ser amado (ohohoh, lugar más común no encontré) tiene acaso defectos? … Es hermoso, es bueno, gentil y dulce… y además es muy inteligente, mira bonito, huele bien, su voz es sexi.

¿Qué más pedir a nuestro cerebro?
Las estrategias para la preservación de la especie dan esos alicientes y más, tienen razón.

Mejor un poema:


Manos

Soñé que era un pulpo
y en ese lugar oscuro
hueco húmedo y callado
que desconozco
y que soy yo
por dentro
tres fuertes corazones
se agitaban locamente

soñé que era un pulpo
y que podía moverme
en las aguas de un mar frío
con la fácil apariencia
de embriaguez
en los ahogados

soñé que era un pulpo y que podía
llenar la vida con tinta
al ritmo entusiasta de mis ocho
tentáculos

pero he despertado y no encuentro
ni adentro de mí
ni en la piel mojada
ni en la cama
algo que por su color o movimiento
o que en su mirar denuncie
a un corazón latiendo

pero he despertado y mis manos
que sólo son las dos de siempre
únicamente pueden
con torpeza
derramar regueros de tinta
en los papeles ya muertos


Quisiera poder
de nuevo
dormir

martes, 10 de octubre de 2006

En esta noche dulce

ni el perro reconoce el olor
de mi gemido.

Parece que el mundo se volteó
de espaldas
esta noche calurosa
para no mirar ni de reojo hacia el lugar
que habitan mis pisadas

En esta oscuridad enmielada
no me reconoce la luna
ni mi voz, ni las palabras

En esta noche de regreso
cuando paso
y aspiro el perfumado murmullo
del olvido
soy una especie de fantasma
clandestino
un vaho que no es
sino rumor difuso
solitario



Ven

A ver si vuelvo a sentir algo
a ver si con tus manos
me transformo en polvo lloviznado

Ven
a ver si con tu voz
sobre mi lengua
me vuelvo agüita azucarada

Ven
A ver si resucito
con tu aroma



Parecen iguales (pero no)

Éste:

Te tomo y te desgajo
entre mis dedos
escurres jugos ardorosos
que se caen
de gajo en gajo


Y éste otro:

Exprimo con los dedos torpes
de mi mano sabia
el jugo
que cuelga a jirones
de los gajos
en que te conviertes cuando
exprimo con los dedos sabios
de mi mano torpe...

Anochece la lluvia entera
y me dispongo a soltar los nudos
para recordar tus gotas

lunes, 9 de octubre de 2006

Vocal bucal


Un camión repartidor de refrescos se llevó consigo un poste cercano a mi casa y nos dejó sin luz (quiero decir sin música, sin leer, sin escribir, sin tele, sin luz en la mesa… con sólo unas velas en mi casa oscura a mediodía). Así estuvimos todo el sábado y parte del domingo. En la tarde del sábado, bajé a mi recámara a pensar, a descansar, recostada en mi cama… así estaba cuando oí los pasos cautelosos de Mariana que llega y se acurruca en mí, la abrazo y me dice estás dormida, no, abre la boca me pide al tiempo que busca mis labios con sus dedos siempre dulces, sin desconfianza obedezco y ella mete… algo ¿qué es?
Allí me doy cuenta por primera vez de la oscuridad, de lo oscuro que está el mundo, de que no hay luz, que no veo nada, que tengo en la boca algo que no sé qué es. Es pequeño, unos centímetros, mi lengua me dice que es una cuenta de collar, pero también me dice que tal vez sea cristal, aunque luego rectifica y me dice que no, no es frío, parece pulido, no tiene aristas, pero no es redondo, forma hexagonal… tal vez. Le doy vueltas en la oscuridad caliente y húmeda de mi boca, mi lengua no lo reconoce, envía señales confusas, temo morder porque parece demasiado sólido ¿qué es? Pregunto a Mariana, y ella sólo ríe quedito… Y decido apretar los dientes en el desconocido objeto, lo hago con cuidado, y al hacerlo, adentro de mi boca se derrama el placer, es dulce y líquido.

¿Te gustó, quieres más? Sí, claro, respondo apabullada por las sensaciones y Mariana de nuevo con sus siempre dulces dedos me da a comer un puñado de granos.

De granada dulce y roja (granate).
De granada sostenida y líquida.

Aquí está muy oscuro dice. Luego se va.


Va un poema sin dedicatoria (y sin título):


Cansada de tenerte
tanto y tanto
............................harta detenerte tanto
de nadar en tu saliva
............................en versos detenerte
tanto y de tanto tenerte
............................en mis deseos tanto
exhausta de tenerte
............................en mis dedos detenerte
de tenerte sólo en sueños
............................y en mi lengua
........................... tanto detenerte
entre mentiras
de tenerte
............................tanto

sábado, 7 de octubre de 2006

Esta noche quisiera
más que nada
tener tus ojos cerca
poder poner mi boca sobre ti
y morderte.


Ve tú a saber

Ve tú a saber, amor
de dónde sacaremos filo
para cortar tanto ombligo
que anda suelto.

Ve tú a saber, amor
si el tiempo
retornará a secar
el llanto de los perros.

Ve tú a saber, amor
cuál de los nombres
repicará con armonía
en este lodazal de tu memoria.

Ve tú a saber, amor
cuándo estos dedos
podrán estrangularte
dulcemente.

Ve tú a saber, amor.



Llueve

Me tiro de cabeza
a darme un chapuzón
entre tus piernas

viernes, 6 de octubre de 2006

Por favor, platícame
cuéntame ese cuento de mi muerte
dime que aún no llega

quiero que tu lengua certifique
mi respiro
mis palpitaciones

muerde esta manzana que es mi cuerpo
y dime
declárame en la vida:

viva



No eres tú el que moja mi entrepierna
no eres quien me vuela en los límites del desconcierto
no eres tú y sin embargo
contra esta certeza de saber que no eres tú
no sé quién sea éste
que yo quisiera fueras tú.

Porque si tú no eres
quién es éste
que moja mi entrepierna
y tiene en su lengua tu textura



Si cuando mojas el dedo gordo
de mi pie en tu boca
pudieras hablar
tal vez dirías:

Qué sabor salado
que ternezas me esculcan
el recuerdo
cuando lamo la tierra
que juntaste
en el camino




Mi corazón es liviano
es pluma de buitre
manchado.


No sé qué voz escucho
que me dice susurrando y en sollozos
que me tire
que me estoy tardando

que el abismo
nunca espera



A veces siento miedo
de que un día
los pájaros que crías con esmero
me coman la cabeza




Todo se me está muriendo
te invitamos al café

Corta este diente de león

También



Trituré incontables hielos con mis dientes
muchos limones chupé
y mil y otras gotas lamí

Tú a mi boca ¿qué le ofreces?

lunes, 2 de octubre de 2006

¿Habrán enmudecido los atardeceres o yo estaré más sorda cada vez?
Hace años que no sonambuleo. Los caminos a ciegas ya no atraen mis pasos.

He sido barco
naufragado sin tu piel
sin tu sudor en diez tormentas
en veinte tempestades sin tu lengua
en mil noches serenas
sin tu bandera me hundo
sin tu faro estoy perdida
sin timón
que me contenga he sido barco
naufragado
¿Cuándo vienes
y me coges
mano?
porque estoy al borde del abismo.
Y tiemblo


No hallo, no puedo
no sé
no quiero
no encuentro
no veo
no entiendo

no me queda claro el mundo
no aprendo a vivir
me muero viviendo
Mis amigos

El puente espera
tiene fríos los pies
hundidos en el agua
desde hace mucho tiempo

Las piedras que lo forman
crujen porque los días
con furia las golpean

Hay que apresurarse
cruzar a los niños
nuevecitos y calientes
y dejar atrás el recuerdo
lo tantas veces dicho, el estorbo

Ya la luna sale
el puente se ha desvanecido
aullando lo vimos
desaparecer

Quedamos solitos
ante el mar y el viento
mirando nuestras largas uñas sucias

No hemos muerto porque somos muchos
los que no hemos podido cruzar
eso parece suficiente

Lo es.

viernes, 29 de septiembre de 2006

Los amados

No tienen ya nada que decirse
la última palabra voló cual diente de león
quemada por el sol de algún verano

y buscan entre el lodo y el silencio
gestos
miradas
o saliva

que puedan compartir
hoy que es invierno
siempre lluvioso

cuando te fuiste
me quedé como ventana
abierta

y el mar llegó de pronto
se metió poco a poco
me dejó salada
y fría

para siempre

camino y siento que me miras

no sé qué mirarás
si el cabello
mis zapatos
las huellas que los pies avientan sobre el lodo
las nalgas, mis piernas o el vestido

lo que sea que ahora mires
no volverá

nunca

contigo

Fui la flor, aquella...

Perdida para siempre de tu olfato
ajena de tu tacto para siempre

Alguien pasa y tira piedras
Yo no sé de dónde vienen las pedradas

Todos ríen
A todos les cuentan cuentos

(Cuentos que son como pedradas
en los humedecidos techos del invierno)

Alguien pasa pateando piedras
tratando de esquivar el ruido
de mi llanto

Entibiado como palomita
en las manos memoriosas
duerme el deseo
que por ti movió mi vida

alguna vez

Un día

No creo en fantasías
ya no más

pero a veces
me asaltan
en cualquier esquina
los perros
y son silenciosos animales
que no ladran
sólo me babean
me llenan todo el cuerpo
de sus inmundicias transparentes
y no quiero creer que estos perros existen
pero tampoco que son
producto de mi fantasía
porque ya no creo en fantasías

dejé de hacerlo
hace algún tiempo

anoche dejé de quererte
de improviso

ahora estoy como tortuga
liberada del caparazón
al descubierto
sin ese fardo encima
pero expuesta, desvalida

desde anoche
no tengo escudo
ya no te quiero más

miércoles, 27 de septiembre de 2006

A veces somos afortunados seres besadores. Y sabemos que cuando los labios besan mucho se inflaman, palpitan y sentimos que no son nuestros (y es que, siéndolo, no lo fueron, y recuerdan esa otra pertenencia)… están adormecidos, rojos, vivos. La lengua se supo apreciada, la saliva conoció otro sabor (es tan dulce ese otro sabor), viajó hacia otra boca, mojó dientes que siempre le estuvieron lejanos en un espacio que ahora pudo recorrer a su antojo. Después de besar, rozar, oprimir, tal vez lamer, y morder, los labios, la boca, los dientes quedan huérfanos. Es como la lluvia, podemos decir cuánta agua, preguntarnos cuándo parará, decir tal vez estamos hartos... y basta sólo un día de sequía para extrañar ese derrumbe cristalino... ¿no lloverá ya nunca?

La boca si no besa experimenta en la epidermis los recuerdos y de pronto está rozando al aire,queriendo que el aire la bese... todo pasa y a veces ni nos damos cuenta...

Total, si no besamos a los labios no les pasa nada, se van acostumbrando al desapego, a un mismo sabor, a adormecerse de otra forma. Pero nosotros, si nuestros labios ya no besan ¿qué hacemos?

Sólo una cosa se me ocurre: llorar

martes, 26 de septiembre de 2006

A las dos

Caminar es algo que hacemos bien, con ganas. Así, íbamos de mañana, Mariana y yo caminando cuando al pasar una esquina, sentí que ella volteó, presentí su sobresalto y no dije nada, dio dos tres pasos más y volteó de nuevo, buscó mi mano y me dijo mamá, la sombra de aquel muchacho tiene cara… mi estómago dio un vuelco, vi ante mí la posibilidad de una maravilla, en un instante pensé qué hacer o no hacer nada… y entonces volteé.

En efecto, sentado en la banqueta, un escalón más bien, estaba un joven, atrás de él, su sombra, oscura como debe ser, con rostro como no debe ser… Flotando en el asombro nos detuvimos las dos a mirar.

Y entonces me di cuenta, aquello no era sombra. Era otro joven sumergido en la sombra proyectada por el edificio frente al que estaban; acuclillado atrás, casi en la misma posición del primero, en la casi oscuridad, sólo se le veía en su cuerpo oscurecido el rostro en penumbras.

Quise no haber descubierto el truco, quise no habérselo dicho a Mariana, pero por el susto se lo dije.

Aunque sé que ella, al igual que yo, disfrutó con emoción ese momento de fantasía que la rutina diaria nos regaló. A las dos.

lunes, 25 de septiembre de 2006

(Evodio en la nieve con la mujer de Ugo)

“Insistió en llegar a comprar nieve… Pero si está nevando, dije débilmente… No importa, allí está abierto, vamos, a Ugo le gusta mucho. Vendían en recipientes individuales, salimos de allí con tres.
Antes de llegar, oímos el sax. Las notas desgarraban la mañana como intentaba hacer el sol. Entramos al calorcito del departamento, ella con su alegría desconcertante, yo sin saber, como nunca supe, qué hacer, qué decir. Te trajimos nieve, amor… Veo cómo Ugo se levanta, pone el sax en el atril, me da su mano cálida y su afecto… y besa a su mujer, la que pasó la noche conmigo, la que se sienta sobre la cama a comer nieve y nos invita a que lo hagamos también, mientras se quita de encima el abrigo, el gorro, la bufanda, los guantes…
Ellos se convidan cucharaditas de sus vasos, luego se lamen uno al otro, una gotita aquí, otra más allá, hasta que se olvidan de la nieve y se pierden en los besos, largos, húmedos, calientes y las manos… Cuando empiezan a desvestirse, me convenzo de que olvidaron mi presencia y empiezo a escurrirme hacia fuera. Me acuclillo en el suelo nevado, como perro con sarna y solo. Helándome y sin sentir.

Me comí la desconsolada nieve que yo mismo escogí con pedacitos de nuez melancólica, sus lágrimas me supieron más tristes que el olor salado del saxofón cuando llegamos…”

De Evodio, el diario

viernes, 22 de septiembre de 2006

Otoño

Íbamos a subir la calle, volteé como lo hago siempre, como siempre debo hacer, para ver el tráfico que allí es sólo en una dirección, de bajada. Allá arriba, como a cien metros pude ver la iglesia y el sol que diariamente nos encandila a las siete de la mañana, medio escondido atrás de algunas nubes grises. De la iglesia salieron volando palomas, diez, veinte, creo que eran más… un gato pasó frente a nosotras y me disfrazaré de gato negro, me atravesaré en el camino de todos para darles mala suerte, dice Mariana gozando anticipadamente con su mirada pícara… la miro admirada y digo casi con desgano , esos son cuentos no te creas… ay, mamá, ya sé me dice ella, más asombrada por mi aclaración a destiempo, luego se ríe. Y me recuerdo no ponerme en su camino cuando ande maullando negramente queriendo asustar. Mi gato de la buena suerte.

El viernes como hoy es de mala suerte y un martes no te cases ni te embarques, ni pases nunca debajo de una escalera, ni tires sal, ni quiebres espejos, ni saques la lengua, ni comas amapolas, tampoco debes mirar al camino de frente, ni picarte la nariz, ni enamorarte de hombres con bigote…

No te levantes con el pie izquierdo, dicen. Santiago es zurdo y amo eso. Los murciélagos siempre dan vuelta a la izquierda cuando salen de una cueva y qué importa saberlo. A mí sí me importa. También me importa que son las once once, no puedo dejar de percibirlo. El número cuatro, o el dos duplicado o cuatro veces el número uno...

Las palomas que salieron volando hoy a las siete de la mañana eran un buen augurio. Eran diez o muchas más. El sol apenas se veía entre las nubes grises y el gato blanco que se nos atravesó también llevaba frío como nosotras, en este primer día de otoño.

miércoles, 20 de septiembre de 2006

Plof

Las siete de la oscura tarde, o de la noche temprana. Llego a la casa y está cerrada, no hay nadie; es tan poco usual este fenómeno que no tengo llave, nunca he tenido. Así que me instalo sentada en una silla del porche, a esperar, viendo hacia el jardín y a la gente que pasa y me doy cuenta de que todos van hacia abajo, entrando al barrio después del día. Antes de que la noche nos alcance corremos a refugiarnos a la cueva, digo casa, digo calor, compañía o váyase a saber qué van persiguiendo los hombres y mujeres que por aquí pasan, entran a este barrio, recogiendo las migajas de tiempo que hace horas soltaron para que los ayudaran al regreso.
Oigo las peras caer. Es un sonido peculiar, desagradable, suenan plof. Así nunca hará al caer una manzana o un membrillo, el durazno menos que casi nunca cae. Pero la pera, a la menor provocación ya va cayendo hacia el suelo, en su vocación de desastre inminente se deja robar lo intacto con tal de sentir la velocidad esa única vez, la caricia del gran golpe, plof…

Cerca de mis pies cayó una pera, pequeñita como lo son todas de este peral, peritas de San Juan les llaman, la veo detenidamente, con desconfianza y decido levantarla para verla de cerca, la limpio, intento olerla y casi sin querer la muerdo, la piel es muy delgada, frágil y la pulpa… inofensivamente dulce, solita se va deshaciendo entre los dientes, sin masticarla, en tres o cuatro mordidas se va… y allá está otra pera que ha caído, la recojo… otra más…

Ha pasado casi una hora y aquí estoy esperando, y me pregunto angustiada: ¿me quedaré por siempre en la oscuridad, sola, con frío…. y comiendo peras que ni me gustan?

martes, 19 de septiembre de 2006

Mojar la oscuridad
“Querernos cuando llueva
para que llueva a gusto”
Tomás Segovia
"Anoche soñamos que llovía..."
Pina
Y luego, inventé la lluvia. No duermo fácilmente y hacía más de una hora que tú sí dormías, terca y apaciblemente. Eso parecía. Y lo decidí:
Hasta que cayó la primera gota: tímida y lejana. Las otras vinieron después, con desenfado y ritmo. Las escuché caer unos minutos, sentí cómo mojaban las hojas de la higuera y resbalaban a la tierra seca, sentí en las manos el descender de cada fragmento acuoso, derritiendo el paisaje, mojando la oscuridad, deshaciendo mi tacto.
Llovía y te llamé: Amor, está lloviendo. Te sentaste somnoliento y escuchaste, oíste las gotas, oliste la tierra mojada, dijiste qué frío, me medio miraste y acostándote acurrucado, de nuevo te dormiste. Amor –insistí, tienes que cerrar la ventana, el agua se está metiendo. Logré que abandonaras el lecho (el hecho helecho) y cerraste casi con enojo la ventana. Chin, ya me mojé, murmuraste y caíste de cabeza al sueño retomando tal vez el otro sueño, en el que yo no estaba, o sí. Pero claro que no estaba: en esos momentos hacía llover.
No quiero despertar, hice llover tanto hasta que logré cerrar los ojos e irme... deseo disfrutar mi merecido descanso. Pero despierto. Y aún duermes, te sacudo brevemente: amorcito, ya es es hora.
Entre bostezos me miras, qué extraño, anoche soñé que llovía y me pediste que cerrara la ventana... dices acusadoramente.
No, lluvia de dónde, está un solazo (me solazo en tu desconcierto). Ya levantémonos.
Y cubro con la sábana al destaparme el breve charco que ha quedado junto a la ventana.

miércoles, 13 de septiembre de 2006

"...what a wonderful world."


Para Omar Pimienta, porque siempre lo recuerdo cuando veo una bella planta con flores rojas que se llama arete y que mi madre trajo hace muchos años de Tijuana, desde la Col. Libertad.

La noche toda ha sido llovida. Al levantarme, descubro maravillada que estamos adentro de una burbuja nebulosa. Salgo al porche trasero de mi casa y viviendo en la madera hay charcos que no esquivo, me asomo al corral y abajo me espera un gozo: las flores, brocados, laureles, geranios, madreselva, rosas, trompillos morados, lilas, azules… el verdor es un tigre que me salta encima, me engulle y permite que en su interior flote con los frutos, el árbol de arándanos tan esbelto y cargado de bolitas anaranjadas, la granada y sus rojos regalos llenos de sabrosos granos llenos de jugo, los duraznos, el membrillo amarilleando, las peras que caen todo el día, que se derrumban por las noches. Y los higos.
En todos los corrales se desborda el verde y en los jardines se está derramando el perfume, mientras la niebla se convierte en manto que nos envuelve húmedamente. Estamos adentro de una de las más bellas canicas que he visto.

Yo soy el durazno, así se llama un cuento que una flor nos narra acerca de su nacimiento, cómo crece y cambia de color , su madurez, el posterior traslado a un mercado multicolor, la elección de un niño que lo compra entre todos los otros coloridos y olorosos frutos, cómo es comido y saboreado por el niño, que siembra la semilla, lo cuida, riega… y vuelta a empezar, a la flor…
Liquen, musgo, hongos, moho, hierba, quelites, zacate, girasoles, dientes de león hacen que los caminos con Mariana se extiendan como si nunca fuéramos a llegar, oliendo, acariciando, conociendo nombres níspero, inventándolos patas de gallo, poniéndonos aretes florales (lo hice muchas veces, de niña). La confetidura siempre nos atrapa con sus ramos, somos florecitas. Chupamos la miel de la madreselva, somos abejas.

He comido tantos duraznos, mi fruta preferida, diría Mariana con su afán de clasificar, que estoy segura de que huelo a durazno, abro la boca y siento que exhalo el aroma de lo que tanto he comido durante dos meses o algo así. Los duraznos han estado a mi alcance diariamente, duraznos de a de veras, de casa, con taco rojo, con pulpa blanca, con piel amarilla, con gusano, dulces, sin gusano, ácidos, blandos, macizos, en mi casa, en los corrales de las casas vecinas, vendidos en la calle, o casi regalados, o regalados por amigos y parientes… Soy el durazno.

martes, 12 de septiembre de 2006

Sólo existen 5000 tigres

“Un huracán de tigres contra el mundo,
eso será el final; una rayada hoguera,
alguna lluvia de colmillos mayores,
un torrente de zarpas,
un resplandor solar hecho cuchillos
navajas libres de barbero.”
Eduardo Lizalde

Pero ¿y mi tigre? Estará adentro de ese número y por mí espera como me dijo. O será de los tigres que ya no están contando. Ni números ni letras. Tal vez los tigres que ya no están en esta tierra estarán en Plutón… quién sabe a dónde fueron. Yo deseo que mi tigre no se haya ido muy lejos. Para estirar la mano en alguna noche de estas y poder tocar su zarpa siempre tierna.

lunes, 11 de septiembre de 2006

(Evodio mira a las mujeres bailar sobre el polvo)


"Las mujeres se descalzan y yo tiemblo. El polvo rodea sus dedos, acaricia los poros sudorosos y los cubre.
Ellas bailan desaforadamente, con pasos ebrios entre la polvareda y yo ansío, con burbujas anhelantes en la saliva, lamer sus uñas, recoger de entre los dedos la textura lodosa del polvo y el sudor mezclados con el baile…"

De Evodio, el diario

jueves, 7 de septiembre de 2006

"recuerdo que vagué y bailé desnuda
en almohadas y sábanas que nunca fueron mías
porque buscaba escapar
de los amaneceres crueles…”

Ía L.

miércoles, 6 de septiembre de 2006

Para Pina, un fragmento que le gustará de un cuento de Hans Christian Andersen:

A la mañana siguiente le preguntaron como había dormido. "¡Oh! terriblemente mal¡" respondió la princesa. "¡Casi no he podido pegar ojo en toda la noche¡. ¡Dios sabrá lo que había en la cama¡!he dormido encima de algo tan duro que tengo el cuerpo lleno de magulladuras y moretones¡!Ha sido algo espantoso!.
Así pudieron comprobar todos que era una princesa de verdad, ya que tan solo una auténtica princesa puede notar la presencia de un guisante a través de veinte colchones y veinte edredones. ¡Solo una auténtica princesa puede ser tan delicada y sensible!.
De modo que el príncipe se casó con ella, seguro de haber conseguido lo que buscaba. En cuanto al guisante, lo guardaron en la cámara del tesoro, donde debe seguir todavía, si nadie se lo ha llevado. ¡Y esta sí es una historia auténtica y verdadera


Y colorín, colorado...

martes, 5 de septiembre de 2006

Mentiras, 1

Esto me lo dijo una amiga:
Hay niños que dicen que quieren ser bombero, buzo, enfermera. Yo no recuerdo nunca haber deseado ser de grande doctora, ni salvavidas, cocinera, policía, maestra… sé que deseé para mi futuro una casita cerca de algún mar, tener muchos amigos, ser bonita, pintar, ser feliz, esos deseos… no soñaba con profesión u ocupación alguna. Nunca, nunca quise escribir, nunca me dije: “cuando sea grande quiero ser escritora…”
Y sin embargo, aquí estoy, después de todos los años transcurridos; reviso minuciosamente lo que estoy haciendo y descubro con sobresalto que escribo: escribo siempre. Lo único que hago es escribir. Cuando camino por la calle no camino, escribo con cuál palabra mi pie derecho se mueve antes que el izquierdo, pongo una coma antes de cruzar la calle, un punto y aparte al llegar a mi destino e inicio un nuevo párrafo… no miro las nubes, pienso cuáles adjetivos usar para describirlas… y si topo con un perro muerto, mi único temor es no encontrar el verbo que mejor me haga decir aquélla muerte allí tirada… cada mano que muevo para avanzar, la escribo antes, el camino es para mí un cuaderno…
La escuché detenida y cortésmente. No pude decirle que mientras ella hablaba yo me entretenía en construir el borrador de lo que me decía, eligiendo las palabras, colocando con fruición una coma aquí, otra allá, punteando cual si bordara, buscando con afán adverbios para ubicar su narración, coloreando con adjetivos por mí seleccionados sus sustantivos. Pensando aquí va un guión, aquí intercalo exclamaciones, pendiente de acentuar correctamente. Intercambiando las palabras que ella me dice por las que yo uso siempre, como lo hice en los anteriores párrafos. Ja, si mi amiga ni siquiera mencionó el término palabra, ella dijo, literalmente: “siento que no vivo más que cuando puedo hablar de lo que estoy viviendo”, ya luego me explicó por un buen rato su desesperación cuando no encuentra cómo decir su vida.

Y yo me descolgué por esa idea, me resbalé de inmediato por la posibilidad de hablar del hecho de que yo no vivo más que cuando no puedo describir lo que vivo. Cuando no sé qué es lo que siento, cuando algo me maravilla tanto que no puedo vaciarlo o transformarlo por lo menos no de inmediato en palabras, es cuando estoy viva. Todo lo demás es literatura, puro invento.

lunes, 4 de septiembre de 2006

Tango blandengue

Me levanto aún dormida alguna noche y en la penumbra espesa y fría, me muevo a tientas, buscando, con los brazos extendidos del sonámbulo, del que lleva cubiertos los ojos para jugar la gallina ciega, tratando de hallarte en el universo onírico donde empecé a buscarte. Topo contigo. y te reconozco, allí estás, con tus brazos fuertes que me abrazarán. Apoyo mi cabeza en tu pecho y suspiro porque por fin llegué. A un puerto, yo, barquito de papel que soy, me siento anclada porque tus manos me sostienen, me liberan de la oscuridad, me llevan a aguas seguras, aspiro tu olor dulce, suspiro y me relajo, buscando que me acunes.

Pero inevitablemente despierto. Y es de madrugada y estoy allí, con la frente apoyada en una pared que no me toca, ni me protege ni me da calor, y adolorida, cansada, regreso a la cama, al mar violento del insomnio.

sábado, 2 de septiembre de 2006

Erizada ventana
"El erizo dormía y dormía y sólo despertaba para el desayuno. lamía gustoso un poco de leche, miraba en derredor, muy contento, y se volvía a dormir.", Ludwig Askenazy

Las ventanas son un espacio mágico. Pueden abrirse y pueden cerrarse, pueden seguir siendo ventanas sin realizar ninguna de estas dos acciones. Sirven para ver y para dejar de ver. Pueden usarse para entrar o para salir. Para acercarse a la lluvia, para alejar un poco el calor.

Ahora, sin embargo, me pregunto cómo sería quedarme frente a esta ventana, mirando solamente, sin entrar ni salir, sin sentir frío ni calor, mirando solamente cómo las estaciones pasan y son sólo ráfagas, cómo pasa la vida, cómo se mueve el mundo, cómo corre el tiempo, cómo vuela la nube, como cae la lluvia… solamente mirar.
Hacerme yo misma una ventana, así como en un cuento que se llama “La colina del erizo” y que leí ayer, antier, sabe cuándo, para Mariana. El erizo en cuestión decide, según sus palabras y por amor quedarse “como una colina en el jardín, no necesito más.” Sobre la colina en que él se convirtió creció un musgo verde, brotaron flores amarillas y fresas silvestres.
Convertirme en una ventana, con marco apenas para sostenerme, ser invisible, estar allí, sólo mirando, que de mi cabeza broten cortinas blancas de algodón, dejar a veces entrar la lluvia, permitir que el viento me traspase, no dejar que el frío entre, eventualmente mirar cómo los pajaritos llegan o se van, negarme al polvo, abrir mis brazos para el sol.
Y estar allí, sólo mirando.