lunes, 4 de septiembre de 2006

Tango blandengue

Me levanto aún dormida alguna noche y en la penumbra espesa y fría, me muevo a tientas, buscando, con los brazos extendidos del sonámbulo, del que lleva cubiertos los ojos para jugar la gallina ciega, tratando de hallarte en el universo onírico donde empecé a buscarte. Topo contigo. y te reconozco, allí estás, con tus brazos fuertes que me abrazarán. Apoyo mi cabeza en tu pecho y suspiro porque por fin llegué. A un puerto, yo, barquito de papel que soy, me siento anclada porque tus manos me sostienen, me liberan de la oscuridad, me llevan a aguas seguras, aspiro tu olor dulce, suspiro y me relajo, buscando que me acunes.

Pero inevitablemente despierto. Y es de madrugada y estoy allí, con la frente apoyada en una pared que no me toca, ni me protege ni me da calor, y adolorida, cansada, regreso a la cama, al mar violento del insomnio.

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