domingo, 20 de diciembre de 2009

Este es uno de los mejores acontecimientos. (salvo que alguien no lo considere así, lo cual no importa realmente porque lo que afirmo lo afirmo desde mi vivir y cada quien califica sus acontecimientos como cree o puede o quiere o le conviene)
En la vida hay muchos así. A veces, simplemente pasa la felicidad y algún perfume breve de su cabello nos roza y nos hace pensar: ¡oh, la felicidad! como si la hubiéramos apresado y nos perteneciera. (Suele presentarse en el umbral de alguna puerta, antes de entrar a un cuarto, o salir de casa, cruzar una calle, abrir la ventana)

Esto que digo que a veces pasa es muy grato (casi efímero y uno debe grabarlo en donde se pueda, nunca perderlo de vista) y pudiera titularse:

Algunos queridos amigos

Hacen que lo en una canción se dice: "A veces llegan cartas con sabor a gloria llenas de esperanza (...) Son cartas que te hablan de que en la distancia / el cariño creced // A veces llegan cartas que te dan la vida que te dan la calma" resulte muy creíble

Estaba sentada cerca de la ventana, antes de mediodía, comía tejocotes de los chiquitos, muy rojos, cosiendo una cola de diablo para Mar, luego de haber hecho los cuernos con una diadema y fomi. Afuera suena un silbato. Es ¡el cartero!, el Happy ladra como perro loco que no puede ver al cartero. El cartero se recarga en el cerco a esperar que alguien salga (ni voltea a ver los ladridos), Mariana sale corriendo, veo cómo recoge algunos sobres e instruciones. Regresa y dice mami, tienes que firmar. Firmo

Los amigos que me han hecho llegar libros. Oh, qué decir de ellos, qué decir, que de verdad lo diga, si son ese cabello que nos roza, el perfume que de pronto llega a la neurona, el sabor del recuerdo en la papila más entrañable de la lengua, son eso que a veces se llama felicidad con su estar presentes desde lejos

Omar que desde Chiapas

Pina, cuántos años, cuántos sobres

Roberto, el castillo, de Tijuana, con sus cuervos

Manuel, de Hermosillo y en Hermosillo
Emma Rueda
César que tiene, dice, en un cajón, en Zacatecas una carta para mí y libros y revistas

Fco. Javier que me ofrece enviar de España un libro que me gustará, dice

algunos amigos mandan cartas, libros, revistas...

El sello del sobre dice que se depositó en Buenos Aires el 9 de diciembre, el 12 ya estaba en D. F.

Llegó a Cananea el viernes 18, qué maravilla, mucho más que todo lo que a veces proporciona esta virtualidad... un libro, oler la tinta, acariciar el papel, disfrutar el color naranja de la portada, la textura de En la orilla, de Máximo Ballester**, qué rico, un libro nuevecito, para mí, para mis ojos, mis manos, mi corazón... Gracias, muchas gracias

**(el año pasado, justo hace un año, llegó su libro Musas extraviadas, qué bello)







jueves, 10 de diciembre de 2009

Souvenir
A solas en mi cuarto
busco en la oscuridad
un eco de tu nombre
estoy de pie desnudo
camino y siento esto
adentrarme desnudo en una sombra
acogedora y ávida y a eso
yo lo he llamado siempre con tu nombre
Tomás Segovia


Frente a mí, a unos 70 cm está:
  • la persiana
  • la ventana
  • unos tres metros de pasillo
  • otra pared con ventana
  • persiana
  • cinco metros de aula vacía
  • pared
  • persiana
  • vidrio
  • unos veinte metros más allá, cerco
  • treinta o cuarenta metros más, cerro con vía
  • atrás, cerro pelón
  • el cielo, la cebolla azul
  • el universo (no es negro, ni gris, es ¡beige!)
  • ya nada
  • todo
Esto es el espacio, no está , nos rodea, lo hacemos a donde nos movemos. Aquí, allá, enfrente, atrás, arriba, abajo, en niguna parte. Lo mismo.

Y el viento:

cortinas moviéndose

paredes frías e invisibles

espinas flotadoras

ruido volador

sonido papalote

rehilete canto

Creo que la idea del poema se parece a esto: Tango blandengue