jueves, 5 de abril de 2012

Horasdejunio2009, otras

las neuronas nos ponen a soñar‏
1-julio-2009


Anoche soñé contigo.

(Hace mucho tiempo yo solía decir, o hubiera dicho en este caso: anoche te soñé. Pero luego supe que lo correcto es soñar con alguien, no a alguien. Jajaja, todo lo del paréntesis puedes obviarlo).

Estabas en una de las mesas de lectura de un encuentro de literatura al que fui, en un hotel que no conozco, tu lectura ya había empezado… (Y aquí seguí la narración del sueño pero como de pronto me llegó. Intempestivo, el sentido del decoro, eliminaré un fragmento del relato onírico)

(…) Te abracé y di un besito ¿sabes dónde? en tu hombro izquierdo, traías saco, sentí la textura gruesa... pasaron más cosas, luego tal vez te cuente, creo que me estoy extendiendo en algo que... bueno, fue un sueño.

Por acá en estas tierras de sol feroz hemos andado dolientes y muy enojados (encabronados es la palabra que lo describe) por la muerte de ya 48 niñitos que se suponía estaban protegidos mientras sus madres trabajaban. Por un buen rato, la tragedia a mí me dejó como vacía, sólo con muchas ganas de llorar y golpear a los responsables. Eso pasó en Hermosillo que está a más de 4 horas -en camión- de aquí. Ha habido mucha protesta, manifestaciones y reclamos por justicia...

El sábado 27 fue la graduación de alumnos de la Universidad Pedagógica Nacional, escuela donde trabajo y por tal razón me perdí de los dos primeros días del encuentro Horas de Junio que esta edición homenajeó a Carlos Monsiváis. Llegué a Lashoras el sábado ya casi noche, alcancé una mesa de lectura, la última de ese día y después llegó la pachanga, una de las muchas que hubo, me cuentan. Homenaje a Marcial Alejandro, desfile de intérpretes cantándolo, cena, cerveza, fotos, saludos, baile. Muy tarde irnos todos al hotel porque el día siguiente, domingo. A las 8 la mayoría estábamos desayunando, unos con cara de muertos y otros de resucitados, pero tomando café y comiendo chilaquiles y hasta hotcakes algunos ocurrentes. Nos subimos a dos camiones y empezó el camino que tres ocasiones se interrumpió porque la comitiva deseaba llegar a comprar cerveza (¡bola de borrachos!). Llegamos a Guaymas después de las once de la mañana, había carpas, mesas, sillas, gente esperándonos (Pina y Bruno, entre los más queridos). Con algunos inconvenientes leves (aguamalas, sanitarios tardíos, calorón) todo se desarrolló con fluidez. La cerveza de barril también fluía, junto con los six (¿los sixes?) que se habían comprado en el camino. Allí leí, un poquito; y luego me dediqué a disfrutar a los amigos y a pistear. También comimos, caguamanta, que se prepara como la caguama que tanto se comió por acá (alguna otra vez te conté de esto, creo)

Allí en Lashoras no todo fue diversión, claro, el tema de la muerte de los niños y la impunidad aparecían a cada rato, llorábamos y mostrábamos nuestro disgusto a cada momento, contra los políticos, con la situación actual, con el futuro negro que se ve venir…

Regresamos a hermosillo ese mismo domingo, a las nueve de la noche más o menos. Imagina a todos los poetas, mexicanos del norte, del sur y del centro, venezolana, colombianos, gringos un montón, atolondrados por tanta cerveza, tanto sol, arena, el viaje... y planeando la celebración para despedir el encuentro, en algún cuarto del hotel, en varios…

Ya hoy es 1 de julio, miércoles. Lo del sueño que te conté lo escribí hace como dos semanas. Quiero que sepas que todos los días alguna cosita de nada me dice: platícaselo a Máximo, él lo entenderá. Pero los días pasan y no te escribo.

Ojala esta carta no te haya aburrido, está llena de cerveza y palabras, qué lindo es convivir con escritores deseosos de hablar, pero también tiene el intercambio de libros que tuvimos, de direcciones, de abrazos.

Te dejo, querido Máximo mi abrazo…

No me quiero ir de esta carta que es para ti, pero tengo que irme, hacer cosas

Ya hice un beso, está aquí.