jueves, 14 de agosto de 2008


“Es inútil asomarse al cántaro / si con el rostro le tapas la boca // en su noche de barro húmedo / te volverás loca / buscando una luz…” canción de Nota Roja

Paréntesis
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Al recargarme en el marco de la puerta, dejo abierta la alambrera para poder disfrutar y ver cómo la lluvia que ha caído y sigue cayendo aparatosamente sobre el techo, continúa su caída en una cascada vertical (bueno, no hay cascadas horizontales ¿verdad?... debería haber) desde las ondulaciones que tienen las láminas de zinc (¿ranuras dices?)

Atrás (o enfrente, la lateralidad es tan voluble) de la cascada que recta cae, hay otra lluvia más verdadera (como si lo menos verdadero fuera posible… ¿lo es?), esta es diagonal, desea volar hacia el oeste pero cae, derrotada, finita, y moja porque el agua eso hace. Ya se ha llenado una cubeta con un fragmento de la que cae del techo, se desborda, parece hervir cuando le cae la que intenta ser pájaro, aquélla, la verdadera, la finita

Y la lluvia no me hace olvidar los tiroteos que se escuchan, que llegan desde lejos, las patrullas que pasan, helicópteros, los rumores de muertos, los cuerpos sepultados clandestinamente, la impunidad (ojete y nacional), los secretos que se desparraman llenos de peligro y de sangre (porque nadie debe saber, en este pueblo). Los trompillos se agachan melancólicos y líquidos, no saben del narcotráfico, la silueta de las montañas se difumina entre las gotas, no entiende del dinero y sus demonios, los árboles canturrean humedades, ignorantes del cabrón poder y la avaricia. La huelga lleva un absurdo e inmoral año (¿de vida?). Llueve. Agua en el subsuelo y no en las tuberías. Llueve y se filtra el agua en las tuberías del gas. No cocinamos. Cuánta violencia manchando los caminos tan llovidos y floreados.
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Palabras de mi madre: “qué llover tan eterno” y siempre que lo dice me quedo enfangada en el charco lingüístico de esa afirmación ¿qué significa? Quiero ser capaz de decirla creyéndola. Tengo los pies mojados y los ojos.

A Pina ayer le dije que sólo falta que Godzila venga y nos mee.
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2 comentarios:

Pina dijo...

ay, Fita.
Iba a comentar un sinfindependejadas.
Pero no.
Y sólo dejo un abrazo así
lluvioso; sí con lluvia hasta en los ojos.

Sí...
“qué llover tan eterno”

Anónimo dijo...

Pues que lo haga de una vez, que no nos tenga esperando. Igual si nos tapamos la nariz no está tan mal.

Espectacular la lluvia de dentro, la que se cuela en las tuberías del gas, y no quiere saber nada de las otras. ¿Será que ansiamos lo que no tenemos?