martes, 8 de febrero de 2011

Es pejos. De agua.

En ocasiones aprecio esto que me rodea y que, según dicen los que saben, se llama soledad.

A unos, la soledad les queda grande.
A otros, no más les queda.

Escribir aquí (y en cualquier otro lado) es la soledad. No escribir también lo es y además es golpearse la cabeza en un espejo de agua. Y llorar.

4 comentarios:

Lénon Guerrero dijo...

Me creí dormido lejos muerto

sin la vida que te corre por los dedos

y muy solo, solamente tuve un hijo

y mis manos me parieron otro tanto

*

años que no te leía, creo que ya no me va a alcanzar esta vida para leerte toda

*

me da gracia ver que estoy entre los amorosos todavía, gracias.

jose fá dijo...

Años tal vez. Tiempo: mucho, eso sí.

Recuerdo de tu hijo y estabas lejos (¿estás?)

los amorosos son los amorosos, así que a aguantar

Un abrazo

Vuelve

TIJUANA BABELIA dijo...

Algunas Veces, cuando te leo me pongo a llorar, recordando amores pasados , personas que se van.. Heridas que se quedan.. Nostalgias que solo existen en la memoria .. y cuento las lagrimas y las cajas de klenex que van expirando ante mis narices..

jose fá dijo...

Yo te abrazo y te digo que llorar es bueno (o por lo menos hay cosas peores)