sábado, 19 de mayo de 2007

Es difícil entender qué se persigue cuando el resultado que se obtiene es el miedo. ¿El miedo de los demás alimenta? ¿Qué: razones de poder, malabares de política, alguna enfermedad mental aún desconocida… ?

Puedo, tal vez, desgarrando mi entendimiento, forzosamente asimilar el que una persona desee sembrar pánico, asustar mucho, hacer que todo sea tan confuso que la gente no sepa qué hacer, a dónde correr. Disfrutar el desorden, gozar con el caos… Eso, casi lo entiendo.

Pero los niños, ya cuándo olvidarán la amenaza. Todo fue así (y no sé por qué esta necesidad de decirlo, tal vez crea que si lo escribo lo borro, lo convierto en signos y me tapo los ojos): luego del día de violentas muertes (más de veinte) y del sobresalto en este pueblo, llegó otro día, que se llamó viernes. A las diez de esa mañana comenzó la húmeda mancha del rumor, extendiéndose como oscuridad pegajosa a través de celulares, gritos, llamadas telefónicas, avisos radiofónicos. La gente corría, se resguardaba. Vi niños llorando abrazados a su maestra, jovencitas angustiadas, madres mortificadas… Toque de queda por unas horas, Cerrado todo: bancos, escuelas, comercios, hospitales, bibliotecas, changarritos…Las armas intimidan, las amenazas, aunque falsas, como lo fue ésta, también. Quién lo hizo. Para qué. Los niños aún tiemblan, se esconden abajo de la cama, no desean salir a jugar.

Más tarde, de regreso al trabajo, encontré gente bromeando sobre lo pasado: Un hombre que conversaba con otro dijo: es que me dañó el cerebro el toque de queda y yo sonreí… seguí caminando y mi sonrisa creció, hasta convertirse en una tímida carcajada silenciosa que se despeñó resbalando atroz entre las piedras y cuando llegué a mi destino, las lágrimas no me dejaban ver, me fui de boca hasta el helado despeñadero del temor… Es tan difícil vivir.

Trabajé.

Por la noche quise bailar, no estar sola, quise reír, hacer el amor, quise ser feliz… pero sólo logré hacer lo que en mi vida puedo hacer: escuchar música. Sólo dos canciones con Víctor Manuel antes de zozobrar hacia la cueva del sueño plagado de pesadillas... Vivir.