miércoles, 20 de febrero de 2008

“Cansado del cerezo,
cansado del mundo entero,
me siento frente al turbio sake
y al arroz negro.”
Matsuo Bashō

Casi, casi no puedo. El planteamiento me asombra. Ocho cosas que deseo hacer antes de morir. ¿Antes de? Todas las cosas que deseo hacer espero hacerlas antes, después no creo que se pueda…

Cuanto tuve unos 15, 16 años pensaba que podía vivir por lo menos 10 años en París, irme a Jalapa, trabajar en Tijuana, correr como el guepardo, moverme como la carabela portuguesa, cantar. Ni modo de pensar lo mismo, ya no puedo.
Me parece que es algo así como plantearse la última cena del condenado a muerte. Difícil situación ¿qué pedir: vino, cerveza, agüita? ¿coger, comer, correr?

He escuchado decir: “no me quiero morir sin antes ir a conocer al Papa”… o tajantemente afirmar: “no me voy a morir sin tener una camioneta tal y tal, roja” Como ya lo dijo el poeta, mis deseos no son de esos.

Uno, a fin de cuentas desea o quiere hacer cosas para vivir. Pensando en eso, todo lo que se pueda hacer, hay que hacerlo con ganas, porque sin ellas es como hacer para la muerte (hasta parezco libro de superación personal, chin, chin)

Puedo hablar de lo que quiero seguir haciendo de ahora hasta mi muerte (huy!): amar, agradecer y disfrutar ser amada, no hacer daño (menos a sabiendas), comer duraznos, higos, guayabas y chilaquiles, leer con placer hasta el final (doble huy), lo que sea… ¡escribir! también lo que sea y también placerosa como he hecho siempre. Creo que ocho y muchas más veces quiero seguir viviendo. Casi me parezco al anciano moribundo de aquel cuento excelente de Inés Arredondo, “La Sunamita” a quien el deseo, la lujuria revive una y otra vez. A él pudo preguntársele: ¿qué cosa deseas hacer antes de morir?

Ah, quiero, antes de morir, decir todas las groserías que siempre quise y mandar a chingar a su madre a algunas personas (siempre y cuando después me muera porque no quiero soportar reproches ni revanchas, je) Y decir lo que en el párrafo anterior no dije (la idea de que Santiago lo lea me cohíbe, aunque debo reconocer que no mucho ni siempre)…

Esto lo he escrito a punto de la carcajada lacrimosa, por sugerencia de Sylvia y quiero manifestar mi invitación para que escriban sus ocho cosas que desean hacer antes de morir, a Pina, Elmer, Navomar, Sylvia Teresa, Mari, Buch, César, Lenin. De ninguna manera es obligación, jajaja, no me imagino obligándoles ¿y cómo?
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Pd: Si puedo decirlo -estoy pudiendo- y como cosa que quiero hacer, aunque no es tal: una casita junto al mar ¿se puede?

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias por la invitación, mi amiga. De momento no tengo ni idea. Reconozco que no lo sé. Me podría poner a inventar sobre la marcha, pero voy a seguir reflexionando. Ocho cosas. Ocho. ¡Válgame el cielo! Volveré.

Anónimo dijo...

Pues...
¡ocho, el culo te abrocho!
Es que siempre que alguien dice "ocho" yo arranco con la frasecita. Todavía no le abroché el culo a nadie, y espero no hacerlo, sería muy desagradable... (para ambos)

Ya te leí, ya hice mi reflexión y la escribí. =)

Besotes, Jo y... ¿a que sí hacés todas esas cosas, casita incluída?

Abril Lech dijo...

Es difícil, sólo ocho. ¿Sólo ocho?

sylviatmanriquez dijo...

¡8 cosas! son pocas cuando hay tanto por hacer, decir y sentir. Bien, me pondré a pensar solo en 8 y te las contaré.
Un abrazo.