viernes, 22 de febrero de 2008

Matutino almíbar

Mariana, Mariana, amorcito, buenos días… susurro y quito el edredón. En la penumbra, Mariana no se mueve, veo la respiración tranquila, el rostro profundamente dormido, su belleza.
Canto un pedazo de canción, casi siempre la invento, pero alguna otra vez es del folclor mexicano, las mañanitas, la cucaracha, la llorona… y quito una cobija. Mariana se mueve, es queja y ronroneo el suyo.
Tomo una de sus manos, que no puedo evitar decir que es una tibia paloma amodorrada y la pongo despacio sobre su rostro… ¿qué es esto? –pregunta la mano. Es la nariz más hermosa de entre todas las narices del mundo, contesta también la mano, mientras ayudada por mis dedos recorre el rostro y toca los labios ¿y esto, qué es? Es una boca, y es perfecta, dice la mano haciendo cosquillas ¿qué no ves?
Mar, Mar, digo acercándome a su mejilla dulce… y quito la última cobija. Siento que a mí llega el calor que guardaba, dulce y perfumado. Quiero acostarme también y cubrirnos ambas con todas las cobijas del mundo (exagero) y dormir en esta fría mañana de invierno. Ella se retuerce, ay, qué frío murmura, intentando cubrirse de nuevo. Levántate, amor, ya es hora. Con una condición, me dice repentinamente despierta: hazme reír ¡diez veces!
¿Qué, me ves cara de payaso?... primera risa
Hago cosquillas leves en su cuello, se carcajea – esa contó por cuatro, digo
Dos, me dice. Cuatro, insisto. Ni tú ni yo, tres – es buena para regatear.
Le doy besos ruidosos en su ombligo, trata de cubrirse, mueve pies y manos, casi luchamos, pero su risa la vence… ufff, dice al fin, ya sólo faltan dos (buena para contar, sumar, restar).
Dame tu pie, le digo ¿para qué? Cautelosa. Para que estés con un pie despierto ya. Aunque duda, decide sacarlo de la cama, cosa que aprovecho para tomar el otro y acercarme a sus rodillas para cosquillearle con mis manos. Tramposa, mamá tramposa, dice retorciéndose. Su risa escandalosa no deja imaginar cuán metida en el descanso nocturno estuvo apenas hace ¿cinco minutos, menos? Hasta parece que todo esto lo invento.

Pero no.

5 comentarios:

Abril Lech dijo...

Este es el amor más bello y puro que uno tiene, capaz de cambiar las estaciones, disipar las tristezas, mutar las angustias y convertirse en el motor con mayor fuerza del universo. Bendita sea. Mar, Mariana...

Anónimo dijo...

lindo, lindo, lindo, como la Mariana bella bella bella.
Y yo sin poder contestarte ni siquiera para decirte gracias por estar ocupada ocupada ocupada


ya sabes quién quién quién

supongo supongo supongo

abrazos abrazos abrazos

Anónimo dijo...

Bellísimo, Jo...
Y no, no lo inventás, porque siento que sentís al escribirlo. Aunque lo inventaras no lo inventarías. Lo que sentimos no se inventa. Incluso cuando se imagina es real.

Besos reales.

Unknown dijo...

Hermosa escena entre dulces algodones.Me encanta lo lùdico que tiene, ese despertar, el amor, la emociòn.

Lei lo de las ocho cosas y me divertì mucho.

Te dejo un beso.

Anónimo dijo...

¡Qué categoría! Es un poema, la verdad.