jueves, 29 de octubre de 2009

Todo parecía que iría según lo acordado:

Se corta el suministro de gas natural a una sección del pueblo, determinada fecha, aviso de por medio y se procede a hacer el trámite de compra de un estacionario, cilindro… cada cual según las posibilidades, se llena o se le pone un poco de gas, LP, cien, quinientos, mil pesos o más, muy pocos podrán hacerlo.

Una, dos secciones, tres… de pronto, llega una de las fechas determinadas de antemano (claro… ¡), el 26 de octubre y cierran el suministro de una seccionzota del pueblo, las cuadrillas de trabajo se veía que no alcanzarían, son demasiados hogares, muchas espreas que colocar, mangueras que cambiar, tanques que transportar, acomodar, subir, bajar… ya no se puede tener gas LP el mismo día que la compañía de gas cierra el gas natural. Además, según parece por errores de ¿apreciación? ¿urbanización, planeación, tuberías?, se va en este gran grupo de domicilios otra sección que tenía fijada OTRA fecha… estos últimos usuarios NO estaban preparados aún, son según me cuentan, más de 800 casas.

Repentinamente, luego de un soleado día con temperaturas de más de veinte grados, llega lo que a pesar de habder sido pronosticado, anunciado, nadie esperaba con convicción: el frente frío número sabe qué, de pronto son los dos grados bajo cero, los vientos que cortan, se meten por cualquier rendija, enfrían las casas. Casas donde no hay gas. No se encienden calentones, no bastan las cobijas, no hay agua caliente para bañarse, se recurre a la electricidad para cocinar… ¿qué hacer? El frío es tullidor hasta de ideas.

Se terminaron los cilindros, los tanques estacionarios, se acabó el gas, no están surtiendo, largas filas de gente pidiendo le lleven gas para paliar un poco el frío naciente.

Es otoño- el invierno será muy largo en la ciudad del cobre.

martes, 13 de octubre de 2009

Viento del norte, ven y sopla, que quiero navegar
En martes no te cases ni te embarques.

Ni en mis más locos desvaríos tengo en mente alguna de esas dos opciones.
Decíamos en este mismo espacio hace no sé cuánto... lo busco, lo busco (ya lo encontré y habla de los viernes 13, más bien), pero también constato que para ser trece el martes, este mes tuvo que empezar en jueves. Sólo enero y octubre, meses con 31 días. Y lo dicho, no importa pero qué bueno tener esas certezas (cuánta semejanza tiene esta palabra con cereza y no sólo en lo evidente)

En la mañana de este día de no barcos y no bodas, fui a un Jardín de Niños. No lo conocía, me gustó mucho que tiene un quiosquito, la directora de la escuela me explicó que es porque antes del Jardín, allí fue una placita de barrio. El barrio del Cementerio Viejo... en casi todas las casas espantan, dicen.


El mes o la semana del libro o de la biblioteca, no sé. Más de ochenta niños de 3, 4 y 5 años. La directora me presentó, les dijo que escribo libros (¡wow!). Me dieron un micrófono y me pidieron que les hablara, les dije que les contaría un cuento, se entusiasmaron con grititos revueltos con palabras inaudibles (sí oía las palabras, pero no las entendí). Les conté un cuento de ratoncito en bote de vela y de vientos que llegan y soplan ¿cómo? ¡así!!! gritaban los niños, inflando las mejillas y soplando, fuerte, moviendo árboles y casas y montañas... Y al colorado colorín, la puerta de la casa se abrió y ¿saben quién salió? ¡una ratona!! gritaron, qué previsible soy, jaja. Después inventamos un cuento colectivo pues dijeron algunos niños que lo que más les gusta de la escuela son ¡las matemáticas! LLegó el Uno, dije y era un número solito, solito, nadie jugaba con él, después llegó el dos

-y era un peleonero, número malo, dijo una niña desde su mini silla

-el tres traía las pelotas para jugar, continué... y el cuatro

-estaba glandote -un niño

- el cinco no quiso jugar con nadie

-número malo, la misma niña

- y luego llegó el seis

... así, hasta el diez que era grande, grande y corrieron todos tras él-

Les hablé del gran tesoro que son los libros, que hay que cuidarlos, no romperlos, no tirarlos al suelo, ni mojarlos, etcétera, como una bibliotecaria se los diría

Dije gracias por invitarme (ya no encontré qué más platicar a los niños) y además ya ni caso me hacían

La directora, como retroalimentación de la sesión les hizo preguntas

¿De qué se trató el cuento que Isabel contó?

Un niño se puso de pie, pidió el micrófono y con sus cinco años: "el lobo sopló y sopló y sopló..." encantador

pregunta:

¿qué otro cuento oímos?

Yoyoyoyo, muchas manitas levantadas, niños y niñas incluídas, una dice: "¡de las letras!"

Así da un chingo de gusto trabajar...

Martes trece. De octubre.



viernes, 2 de octubre de 2009

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Esto es un Abecegrama:

Acaba
Blanco como diamante el furioso gato humeante.
Incorporaremos junios, karma, leche, margaritas...
No ópalos, plumas, quelonios...
Rutinar sandeces te ubica verdaderamente
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wolframio

xicaque
y zafio.

Éste, un Pangrama:

Los demonios nocturnos parecen ser humildes, no se dejan ver, desconocemos su belleza. En el furor diurno gozamos en las engañosas pompas de jabón que tapan nuestros ojos. Kafkianos, creemos padecer xeroftalmia y el demonio nos hace beber whisky y ajenjo.
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Y ésto, que no tiene nombre:
No. Se olvida.
No sé: Olvida.
Vida: ¿Olseno?
(y es que la memoria cada quien la ejerce como Dios le da a entender ¿no? ¿No? Ni modo, yo así pude)
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