martes, 4 de julio de 2006

¿Qué es la lluvia sino agua que cae, agua que se despedaza, que se va, que no se queda? ¿Qué es la lluvia sino horas de mojada placidez y desencanto?

Una lluvia que se antoja dulce, como nieve de arándanos, o de níspero, de higos… o lo que es lo mismo, otra versión de “¿y tu nieve de qué la quieres?”
Como si pedir fuera tan fácil. Como si después de algunos años uno creyera en el pedir. Como si al pedir realmente esperásemos respuesta.
Dar, en cambio, sigue siendo fácil. Y natural. Como dejar que los frutos caigan, que las hojas vuelen. Dar es como llover.

1 comentario:

Anónimo dijo...

si nustra vida pudiera fluir tan bellamente como lo hace la lluvia; como esta transcripción de ella que haces ahora a través de tus letras... si así de bella fuera o pudiera ser, no importaría lo monótono -creo-.

¡qué bello!