viernes, 18 de mayo de 2007

Hoy es viernes, se oyen sirenas
Para Carlos


La foto que me sobrecoge y angustia es así: una enorme mantis religiosa sostiene con sus patas delanteras a un colibrí y lo devora, desgarrándole la piel y los músculos del pecho con las mandíbulas…

No puede nadie entender.

Anteayer era miércoles. Muy temprano lo supimos. Muertos, desaparecidos, violencia.
Dicen los diarios, el radio, la televisión. Dice el rumor cada vez más escandaloso y sorprendido y totalmente cubierto por el doloroso miedo y por el doloroso dolor que la vida deja de ser preciada, que la vida vale tan poco que cualquiera llega y la tira en los caminos como si de basura se tratase. Parece ser que sólo basta cargarse de armas, mucho odio, autos costosos e impunidad. Y el resultado son personas golpeadas, marcadas, muertas. Uno, siete, once, 23… Las armas y los uniformes mostraron su poder intimidatorio todo el dìa. Patrullan las calles y el cielo. Se les ve ir y venir. Nadie se siente seguro frente a eso.

Ayer era jueves, estuve en la presentación de un libro*, el autor nos hablaba de que “la literatura es un intento de elevar el espíritu del hombre. El hombre es el hombre: la criatura máxima de la creación. Hay hombres buenos, malos y regulares”, también dijo y todos parecimos comprender, pero de pronto se oyeron las patrullas, ambulancias, sirenas varias que destrozan los mares de lo tranquilo y entonces todos los que antes habíamos creído entender, quisimos correr, saber qué pasaba, no saber, protegernos, estar escondidos. Porque nadie sabe quién es quién. Quién persigue, quien es el perseguido. Este juego de la violenta muerte qué fuerza nos obliga a jugarlo… Los helicópteros se encargan de que no sigamos preguntando por el espìritu del hombre…

El pueblo sigue siendo el pueblo, pero ahora es un pueblo asustado. Es un pueblo que está llorando y que no supo cuándo las reglas del juego de la vida cambiaron. Así nadie gana.

¿Qué nos hace ser humanos y creernos menos animales? Si todos somos campamochas comiendo vorazmente las chuparrosas


* el libro es Me lo contaron… Lo cuento, de José Jesús Terán Morales

5 comentarios:

maximo ballester dijo...

Gran texto y bien elegido. El hombre. Que mal le queda -fijate- a estas alturas eso de ¨La criatura máxima de la creacion¨. Tanto despropósito, tanta barbarie.
Te diría más pero, pienso, qué puedo decirte que no sepas.


Un beso.

Anónimo dijo...

Es cuestión de seguir siendo cabezaduras. Yo sigo tozudamente pensando en lo bueno de las personas, el lo bello del mundo. Y entonces, te leo. Te disfruto. Me centro en eso. Para que se esparza un poquito más.

Y no es fácil!! No!! Hay cosas que no se entienden, no las entiendo. Pero insisto, bien cabezona...

Besos, Jo.

Anónimo dijo...

Que curioso, "las balas que matan no duelen, las que duelen son las que no matan", esto lo oí por los pasillo de mi trabajo, mientras comentaban del miedo a los asesinatos

yo me pregunto; algun muerto ya les conto que las balas asesinas no duelen, y si duelen para todo el resto del tiempo?
y si no dejan de doler? y si despues de la muerte siguen doliendo?, como saberlo?

Sería un buen tema de reportaje a "profundidad", no crees?

Lo que si duele mucho es el poco valor que puede tiener la vida

jose fá dijo...

La teorìa del dolor tiene muchas aristas, pero se parte casi siempre del por què... y si es una herida, o golpe fatal, ya no tiene sentido que duela, porque ya no sirve de nada
Lo del dolor despuès de la muerte... depende de si crees que hay un despuès. Si lo crees, tambièn creeràs que el dolor lo dejas atràs. Si no lo crees, por supuesto que no habrà dolor, no habrà nada màs, ya no estarà ni el goce, no habrà ya nunca nada.

y, cuàndo nos duele ¿què nos duele?, no importa si es herida fìsica o no.... los receptores del dolor dicen: duele

Claro, se podrìa hablar mucho de esto, lamento sòlo conjeturar...

jose fá dijo...

y casi cantinflear