sábado, 9 de junio de 2007

Borrador para siempre

Que no podías obrar en contra de tus convicciones (¿recuerdas cuánto nos divertía esto de “obrar”?). Tú estabas adherido (me gusta el término, oh, si, te queda) a la idea de que no existe el más allá. Enfáticamente negabas tal posibilidad. (“No seas terca, si insistes en que los fantasmas existen, volveré a jalarte los pies”, decías…)

Entonces…

Cómo se te ocurre llegar y despertarme a medianoche para darme tan espantoso susto, creí que me moría…. ¿por qué me haces esto, qué andas haciendo aquí luego de tantos años, acaso no sabes que estás muerto?

¿Cómo que no eras tú? No me digas eso. No me lo digas. ¿Quién era el que llegó y se acostò conmigo, enfriándome como un invierno anochecido?- ¿quién se metió en mi cama, poniendo su cuerpo a mis espaldas, sus piernas extendidas atrás de las mías haciendo que mi cabello en la nuca se erizara por el miedo?... No eras tú. ¿Te creo?

Me rehúso a dormir de nuevo.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo dicho, no seas terca, no fui yo, yo ya estoy bien muerto.

Fue mi frío recuerdo, ese si vaga por donde anduve.

Pero te diré, mi recuerdo no se manda solo, así que tu me-lo provocaste,

Duerme bien, yo velare tus intrincados sueños, y en un descuido me cuelo en ellos.

Te extraño.

Anónimo dijo...

Tiene mucha música...Y kilos de armonía. Y pulimento.

Abril Lech dijo...

Dios mío. Maravilloso escrito. Claro que era! (Siempre regresan, tienen algo pendiente que dejan adrede con cualquier excusa)

Anónimo dijo...

Seguro que se sienten cuando quedan penando por algo inconcluso en su etapa de vida.O serán solo jugadas de pa psiquis?

Unknown dijo...

Qué bueno y qué bueno.

De acuerdo con Abril. Tenía planeado volver.

Un beso.