miércoles, 26 de julio de 2006

¿Y si se seca? La observación después de todo no era tan absurda o infantil, todos quisimos decir sí es cierto, tal vez para cuando lleguemos el mar se seque. Como Mariana casi temió.
Cuánto calor para llegar a Kino. Y para acomodarnos. Las tantas personas que éramos, todos convertidos en líquidos y humeantes, con el puro anhelo de encontrar la sombra frente al mar, el alimento junto al mar, de encontrar ese montón de sal y agua que se viene y que se va…

Mariana conoció el mar. Y el mar la conoció, conocieron sus pies yendo y viniendo las olas, la arena de la playa, las gaviotas. Oyeron sus carcajadas las conchitas, y sus gritos las algas. Mariana fue feliz el domingo en el mar. Santiago disfrutó con ella. Yo fui feliz viendo la felicidad de mis hijos.

(Pero el mar es aquello que nos espera
luego de nuestra playa que creemos es eterna
Y nos abrigará después de todo el frío
y de la ausencia
Seremos un pedazo de alga, un granito de la arena
que está allá, en el fondo
sin sentir, sin ver, sin nada
una partícula más entre millones…)

4 comentarios:

Pina dijo...

Ah Mariana y el Mar!... y recordar aquel día en que, con frío, Santiago conoció también el mar. Ese recuerdo -además de tenerlo en la memoria- lo conservo guardado en una foto entre las páginas de La muerte de Artemio Cruz, de Carlos Fuentes, sólo por ser un libro cuya lectura me gustó tanto.

Omar Bravo dijo...

Quiero amanecer en el mar, y tener frío, y hambre, y comer sandwiches de bolonia y huevos cocidos, y estar feliz, muy feliz, como cuando tenía 10 años y la vida desbordaba su vaso de promesas. Hermoso texto. Gracias.

Anónimo dijo...

Sí, Osito, también yo recuerdo el menú familiares de aquellos viajes: las papas y huevos cocidos, las latas de sardina... todo aquel arsenal culinario vigente de los días de nuestra más tierna edad, cuando no importaban las marcas, las franquicias, el status.
Y también Kino viejo.
Ese mar que nos vio crecer y al que fuimos arrancándole recuerdos distintos; los mismos que hemos dejado enterrados en ese fondo que has dicho, Fita.

Anónimo dijo...
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