miércoles, 9 de agosto de 2006

Lapso

le estorba el aire, ya sabemos que está afuera pero también está adentro de uno, cómo quitarlo de encima, cómo sacarlo, cómo olvidarse de él

le estorban las montañas, las que se ven, las que han desaparecido atrás de la humedad, las que se veían ayer, las que allí de seguro aún están hoy

y como se dice que sucede después de un pase mágico ¿cuál mago, cuál conjuro? Así como si las palabras hubieran sido: “mercurio, obsidiana y laurel, desaparece para siempre”, ya ni siquiera está
ya no se encuentra
a dónde se ha ido
por cuánto tiempo

casi diez años se le fueron
¿a dónde se va el tiempo cuando no lo usamos, esa pelusa de la que Cortázar habló?
¿a tantas horas muertas cuándo les llegó la descomposición?

porque todos esos minutos extraviados apestan
no dejan vivir

eso, a fin de cuentas, se llama pasado

(y no lo recordaba)

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