martes, 15 de agosto de 2006

Los ojos son para llorar, entre otras ocupaciones tanto o más importantes. De ser así, por qué llorar lastima tanto, se sienten los ojos aporreados, doloridos. Cansamos nuestros ojos de tanto usarlos, pero son para eso, no pueden estar cansados de mirar, llorar ¿o sí?
(Claro, pienso en los pies y lo que se cansan de sostenernos, caminar, movernos de aquí para allá. Nada es eterno, pues).
Pero los ojos, cuánto lloramos antes de que caduquen, cuántas palabras leerán nuestros ojos antes de renunciar a traducirnos lo que los signos dicen… Estos ojos enrojecidos no responden...

Porque cuando las ganas de llorar (que no son ganas, por supuesto ¿quién puede tener ganas, deseos de permitir que la vitalidad se le salga en gotas, además saladas?) se tienen, es difícil controlar el impulso, que dicen es descanso, desahogo, aunque sepamos que no es así, que luego viene la hinchazón, el no poder con esos ojos que lloraron tanto, leer, escribir, acercarse al mundo, cuidar de no caerse, prevenirnos de perecer atropellados por un auto, no podremos dejar de pisar excrementos por la calle…

No hay comentarios.: