sábado, 24 de mayo de 2008

"Después, quizá mordiendo un llanto /quedate siempre, me dijiste... /Afuera es noche y llueve tanto... / y comenzaste a llorar..." (Tango "Por la vuelta")
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No un maullido atormentado y desnutrido como a veces. Ni perros ladrando desorbitadamente como en ocasiones los perros –y sólo ellos- ladran. No la pesadilla, ni el bello sueño. No fue un ruido común.
Fue la lluvia.
Abrí los ojos y oí. Llovía.
Sin despertar del todo recordé la ropa tendida y me levanté tibiecita y a tientas, subí la escalera y corrí hacia el baño, abrí la puerta que da al porche trasero y al abrir supe que aunque se llama primavera eventualmente aún es invierno y que uno no puede salir así, desamparada. Entonces regresé por la chamarra, me puse de la misma el gorro y salí para quitar de los tendederos la ropa, que ya estaba algo goteada. La lluvia era tenaz cortina que mojó pronto mis pantunflas rojas aún en la oscuridad. Metí la ropa y la maltendí y colgué donde pude.
Regresé a la cama, miré el reloj: 3:30. Me dormí pensando en mi insensatez.

Eso no se hace.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué lindo saber de ti por la lluvia; por esa.

Abrazos lluviosos.

aquí ese invierno ha provocado dos que tres ...¿gripillas?, ¿gripitas? ¿gripecitas?... achú!!!