miércoles, 12 de noviembre de 2008

Virtual

A ratos me gustaba verte. Por eso la foto en el cajón de mi escritorio. Para descansar tal vez. El pensamiento. Dejar de pensar en libros, en números en espacios que ocupar y desocupar y recorrer, mover, quitar. Hazte pálla. Y me preguntaba cosas, si tus ojos grises como dijiste aquel día, si mirabas hacia el mar en esa foto. Me gustaba irme en verte.
Pero nunca me importó realmente si tus ojos, si el mar. No estabas y lo supe siempre. Así me gustaba, me bastó con eso. Resultó un cómodo placer tu perenne ausencia (o tu presencia ausente ¿cómo, cómo decirlo?)

¿Y ahora…? ¡Cómo chingados me sales con que vas a venir! ¿Qué voy a hacer si tus ojos? De seguro seré náufraga en el mar que traes entre las piernas. No me hagas esto. Estabas tan bien allá, en tu agua salada. Estabas tan bien aquí, en el cajón de mi escritorio.

A ratos, dije: a ratos me gustaba verte.
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