viernes, 4 de agosto de 2006

Encerados laberintos
Una isla. Ni siquiera sabía que hubiera tierra diferente a aquella. Cómo presentir continentes, penínsulas, litorales, golfos... Quién puede imaginar la existencia de algo llamado Mar Rojo, Negro, Muerto... En los segundos que la caída duró quiso aprehender toda la geografía. Intentó creer que podría apresar el mundo y en la laberíntica soledad del aire sólo eso alcanzó a desear antes de hundirse con desconsuelo en la sal que líquida, lo saboreaba.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hace unas noches pensaba en ello.
No precisamente de esa forma, pero me preguntaba también cómo nos miraban ellos, allá, de aquel o aquellos lados.
No llegué a conclusión alguna.
Inclusive pensé en ello con relación a la guerra, al hambre, a las escenas vistas aquí a través de la TV mientras cenamos por ejemplo y lo que ellos pensarían -si nos vieran haciendo lo que hacen o sufren- viéndonos comer mientras los miramos a ellos.

Saludos... desde este otro lado de la pantalla, también.

Anónimo dijo...

Gracias por contestarme. Me halaga saber que tengo al menos una lectora.

Lo que dice rodin y este último escrito tuyo me trae a colación el "raciomórfico" de Revueltas, en "Los Errores". Como ese ser, venido de otro planeta, mira las cosas del mundo sin un sentimiento pasivo o activo, más allá del sentir humano. Imagina ver al mundo de esa manera. Cuan natural sería nuestra vista, despojada de tanta personalidad que nos habita por dentro. Sin el más mínimo morbo o ansiedad, tan natural como respirar. Creo que los niños y los borrachos así miran las cosas, por eso dicen siempre la verdad.

jose fá dijo...

En realidad y por supuesto, no lo logré, quise dejar claro que el que cae es Ícaro... lo que no se opone, ahora que lo pienso, a la suya interpretación, par de lectores