miércoles, 2 de agosto de 2006

Es una certeza.
Hay días, muchos, en los cuales ella no se quiere. No se quiere nada.
Cuando dentro de ella pululan como por su casa, porque es su casa, desvalidos, locos, enfurecidos seres que de pronto brotan abriéndose paso entre su mirada, gritando el llanto, cuando hay agujas que le pinchan lo que es ella en su revés (su anverso pudiéramos intercalar), descoloridas espinas que nadan en la saliva, chapotean en el sudor, van y vienen pinchando, marcando, hiriendo con sus filosas caricias.
Pero ella, aún en esas horas, muchas, cuando no se quiere nada, ni quiere de ella conocer nadita, sabe guardar la compostura.
Y a veces hasta escribe.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Si esa es la condición para que escriba, permitamos que suceda.
Esto, sí ella lo permite, por supuesto!

Anónimo dijo...

Perdón: "si", no "sí".
Es decir, condicional.

jose fá dijo...

Ella, a veces: sí