miércoles, 22 de abril de 2009

Convoyar en rosa

Siete de la mañana. El sol ilumina la primavera verde en Cananea. Frente a nosotras, cual si desfilásemos, camina un hombre que trae puesta una camisola de color amarillo rabioso (qué valiente, pienso); delante de él, una mujer con una sudadera verde limón lleva de la mano a una niña con uniforme escolar y en su espalda mochila rosa. Veo a Mariana con su uniforme casi rojo, calcetas, suéter, diadema rojísimos todos, cabellera brillante, tengo la impresión de haberme transportado en un parpadeo a la página de un cuento coloreado por un niño, me imagino como muñequito(a) de un pastel de fiesta infantil, los ojos se me iluminan. Supongo.

Pero el mundo no es color de rosa, sólo algunas mochilas y utensilios de niña lo hacen parecer, a ratos.

Mientras caminamos rumbo al este, hacia la escuela, nos topamos con un buen número de autos, carros, camiones o como se llamen, cargados de militares (policías, soldados, federales, estatales, judiciales... la represión no sabe de arcoiris). Ellos no visten de colores. Sólo negro, gris, verde apagado, pasamontañas, armas, y uniformes. También.
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3 comentarios:

sylviatmanriquez dijo...

Hoy las 7 de la mañana el sol ya era cálido en Hermosillo, aunque acariciado por una fresca brisa. De nuestro auto se bajaba Jonathan apurado antes que cerraran la puerta de su escuela. Mientras, Cristina observaba preocupada el reloj. Ella sí llegaría tarde. 15 minutos mas tarde también del auto. La mañana de refrescó a las 7:20 gracias al aire fresco que bajando del cerro de la campana me dio en la cara, mientras cruzaba la plaza en medio de floridos mezquites. Aquí (en mi trabajo) también hay verdor, trinos de pájaros y coloridas flores. Pero no hay niños ni niñas. Y los soldados, federales y policías se encuentran solo en las notas de los reporteros (cuando surgen). En medio de este inicio de mañana laboral, con los colores grises de los periodicos llenando los escritorios y el olor del café animando a quienes empezaban a tocar los teclados, se abrió una ventana con tu nick en ella anunciando que habias llegado, provocando un gesto de gusto por volver a ver a la amiga en quien precisamente pensaba, pues leía sobre los federales acuartelados en Cananea.
Se te quiere Josefa, se te quiere.

jose fá dijo...

Sylvia, gracias por tu comentario lleno de luz y cariñoso. Me haces sentir muy bien.

Abril Lech dijo...

Afortnadamente para muchos niños el mundo aún es color de rosa...