lunes, 23 de abril de 2007

Veo por la ventana los arboles que se mueven y mueven contra su voluntad ¿O será acaso su voluntad moverse? En qué momento decidieron meterse a la tierra y allí quedarse? La decisión del muerto. Parece que los árboles oyeron mi pensamiento, ahora se mueven queriendo acercarse y tal vez jalarme, meterme entre sus raíces y allí dejarme: apenas latiendo un poco, húmeda y caliente. Esto parece amor. El amor nos hace desear devorar al amado y como no podemos... (porque no podemos), lo besamos, lamemos, mordemos y ya sabes. El hablar es eso. El lenguaje que media entre el mundo y nosotros.
Es la boca, eso tan primario y satisfactorio de lo oral.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Algunas veces siento el amor que devora. Me devora y lo devoro.

Solía estar asociado al Todo, nunca lo había sentido en relación a una persona específica. Es una sensación que no se puede describir, es eso, devorarse mutuamente.

Beso hoy sin devoración, con calma.
(soy una mística, por si no se notaba, je)