Mi papá nunca lee este blog
para Máximo, para Pina
y para Hippie V.
Aunque decir nunca parezca exagerado… ¿qué es nunca?
es la negación
el hueco
la leche derramada
el doble de morir
pseudónimo de lo oscuro
el pulpo monstruoso que devora barcos de papel
la pelusa sin nombre que habita bajo la cama de los niños
(Nunca también a veces es sólo una palabra, que significa: “nunca. (Del lat. nunquam). adv. t. En ningún tiempo. 2. Ninguna vez. ~ jamás. loc. adv. nunca. U. en sent. enfático.”, como nos dice un diccionario (o dos, o tres… son algo repetitivos algunos diccionarios)
Puedo decir que mi papá a veces lee este blog, pero tampoco es cierto, pues parecería que digo que mi papá lee ocasionalmente este blog, los jueves, por ejemplo y eso no es así, ni lo lee los lunes, martes, miércoles, viernes, sábado ni domingos.
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Lo único acertado es que una vez sí, mi padre leyó este blog, un día que no recuerdo si era jueves lloviznado, martes de ventarrón, un pinche miércoles lleno de calor, un viernes embarrado de tedio, domingo esperanzado o un sábado de pachanga.
Lo único acertado es que una vez sí, mi padre leyó este blog, un día que no recuerdo si era jueves lloviznado, martes de ventarrón, un pinche miércoles lleno de calor, un viernes embarrado de tedio, domingo esperanzado o un sábado de pachanga.
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Lo leyó una vez, por eso me atreví a decir que mi papá nunca lee este blog (tal vez deba quitar ese título y decir: mi padre sólo una vez que no recuerdo cuándo fue leyó este blog… hasta el tiempo debe uno cambiar cuando cambia el verbo. Otra versión: mi padre sólo ha leído este blog una vez… ese título me gustaría más porque permite suponer que hay posibilidades de que alguna otra vez, quién sabe cuándo, lo lea de nuevo)
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Es tan, tan fácil escribir. Lo que se dificulta un poco es escribir diciendo algo. Realmente complicado es escribir diciendo algo que sea importante. Es casi imposible escribir diciendo algo que sea importante y que además resulte interesante. (El grado de dificultad aumenta al parejo que las pretensiones… en este sábado espeso y tibiecito, yo no tengo muchas aspiraciones literarias. I’m sorry)
En un domingo cercano, lleno de anticipado otoño, en la sobremesa del desayuno, estamos mi papá y yo solos. Dice él, quien tal vez, algún día, lea esto, o algún otro post de este blog (me conozco tanto, si alguien se interesara y me empujara tantito, escribiría otros párrafos inocuos y vanos… no lo haré) que una vez, su mamá, Doña Fita –mi abuela- le dijo que fuera al “Puerto de Guaymas” una carnicería en la que trabajaba Miguel, “Maike” (¿Mike?), hermano de mi papá a traer una docena de huevos porque no tenían nada que comer… que a mi padre le parecía lejísimos y trayecto peligroso porque nevaba y había hielo y mucho frío.
Es tan, tan fácil escribir. Lo que se dificulta un poco es escribir diciendo algo. Realmente complicado es escribir diciendo algo que sea importante. Es casi imposible escribir diciendo algo que sea importante y que además resulte interesante. (El grado de dificultad aumenta al parejo que las pretensiones… en este sábado espeso y tibiecito, yo no tengo muchas aspiraciones literarias. I’m sorry)
En un domingo cercano, lleno de anticipado otoño, en la sobremesa del desayuno, estamos mi papá y yo solos. Dice él, quien tal vez, algún día, lea esto, o algún otro post de este blog (me conozco tanto, si alguien se interesara y me empujara tantito, escribiría otros párrafos inocuos y vanos… no lo haré) que una vez, su mamá, Doña Fita –mi abuela- le dijo que fuera al “Puerto de Guaymas” una carnicería en la que trabajaba Miguel, “Maike” (¿Mike?), hermano de mi papá a traer una docena de huevos porque no tenían nada que comer… que a mi padre le parecía lejísimos y trayecto peligroso porque nevaba y había hielo y mucho frío.
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Dice que fue y mi tío Maike le dio los huevos (cargados a su cuenta, claro, considera necesario aclarar mi padre) y allí viene él con una bolsa de papel (no había de plástico, entonces, me dice), temblando y sintiéndose un héroe que trae alimentos a su familia. Ya casi para llegar al barrio (Cananea Vieja que se llamaba y aún se llama este barrio), al dar una vuelta, el agua, las suelas gastadas de sus zapatos y el hielo propiciaron una caída rápida y desastrosa. Levantó su humanidad del suelo, sin haber soltado nunca (órale, aquí está esa palabra) la bolsa y se fue con ella aferrada, llorando –cree, a su casa.
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Sólo dos huevos lograron salvarse del golpazo.
Sólo dos huevos lograron salvarse del golpazo.
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Le pregunto cuántos años tenía… piensa y dice, mientras saca cuentas: aún vivía mi apá… mmm, unos 9 años (yo a mi vez calculo… mmm, 1942).
Le pregunto cuántos años tenía… piensa y dice, mientras saca cuentas: aún vivía mi apá… mmm, unos 9 años (yo a mi vez calculo… mmm, 1942).
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Que si lo regañaron o castigaron, pregunto y dice que no, que se le consideró por las condiciones climáticas.
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Sonríe.
Sonríe.
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Sólo una vez este blog ha sido leído por mi padre. Pero le gusta mucho contarme.
Sólo una vez este blog ha sido leído por mi padre. Pero le gusta mucho contarme.
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De su vida.
De su vida.
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8 comentarios:
qué bello relato.
no sé por qué me remite en parte a las narraciones de Cri cri y también a los cuentos rusos.
jeje; sí que lo sé: me recuerda al grillito cantor por lo de resbalar con los huevos (él decía "una docena de hermosos huevos"), y obvio que a los rusos por la travesía de tener que cruzar por nieves espesas.
¡qué lindo don Chago!
me encantan sus anécdotas y la que nunca olvido (y trato siempre de conservar entre mis sobrinas es la del par de zapatos que deben estar correctamente colocados porque de lo contrario es "de mala suerte" y puede suceder "algo malo")
un abrazo desde la despedida de este verano del año de la Rata
p.d. Me acabo de convertir en el lector número dos mil de tu blog.
¿Lo notaste?
saludos postdatianos que lleguen hasta buenos aires donde la primavera está llegando
Ya que te cuente de su vida es algo maravilloso. Yo me fui al carajo pensando en el título y pensé en mi viejo y en mi hermana que no llegó a leer mis blogs porque frente a la pantalla ya estaba en otra cosa, escindida y sin interés. Cuando dejó de preguntarme "qué estás escribiendo" me di cuenta que ya no era la misma.
Qué ternura eso de los huevos. Y la tuya pensando que en algún momento tu viejo puede volver a leerte.
Siempre necesitamos que nos reconozcan. No premios, no fama sino ojos que nos digan: caminamos a tu lado; caricias en el lomo del alma, saber qué lugar tenemos dentro del otro, padre, madre, amigo hermano (y luz alumbrando...)
Gracias por la dedicatoria, que me abraza. Sabés que disfruto mucho de estas cosas tuyas. Así que es posible que vuelva a leer tu blog, ja ja!
Te dejo una docena de besos que no se romperán ni conocerán la nieve.
a Pina y a vos: Sí, ya es primavera pero aún hace frío por aquí. Así que la primavera anda distraída. Pero intimamente sospecho que esta loca está esperando que le escriban poemas y canciones, que la inviten con una copa y con un vals. Se está haciendo rogar como las mejores hembras y por eso enamora.
Besos a ambas, de a una por vez, lo mismo que estos abrazos.
Y ahora me voy porque estoy demasiado parlanchin.
Mi papá tampoco y mi madre menos, a pesar que mis hermanos hacen comentarios en la mesa del domingo. Pero como dice Fito "Mi vieja nunca los escuchó y no me puse a llorar..." Hay toda una cultura de antes donde los hijos le debían a los padres (atención, respeto, obediencia, etc) pero parece que no se daba la contraria, con la excepción de cumplir con la tarea de proveer (comida, educación, algunos gustos). Conocerse mutuamente desde el alma era algo de lo que ni siquiera se hablaba. Los tiempos son otros... y yo lo agradezco, cuando en tarde de domingo sumamente tristes puedo llorar silenciosa en brazos de uno de mis hijos y saber que él me entiende.
Y viceversa.
Mi padre no lee mi blog, ni siquiera tiene computadora en su casa, es mas yo pienso que él ni se imagina que tengo un blog. Mi madre, por su parte, intentó toda la vida acercarme a las letras, porque con cada cosita que yo lograba escribir ella se sentía orgullosisíma, tal vez, si yo le compartiera mi blog, vería que su empreño rindió fruto, pequeñito, pero fruto al fin. (jejeje)
Además, ¡Que suertuda eres! de charlar con tu padre y te comparta la memoria, que también es historia tuya. Me quedo con ganas de más.
Dos abrazos, porque el frío del otoño comienza a vislumbrarse.
Pina, sí. La maldición vikinga o rumana, algo así decía (gracias a eso, siempre coloco los zapatos uno junto al otro como si fueran a echarse a caminar, aún los que no son míos, el derecho a la derecha y el izquierdo a la izquierda y aunque quisiera que no, me desagrada verlos invertidos o separados como si no fueran pareja.. jaja
Sylvia, te faltó un comentario, porque Pina, Máximo y Abril se obsequiaron en dos cada uno(estoy bromeando, Sylvia, y abrazándote)
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