sábado, 2 de septiembre de 2006

Erizada ventana
"El erizo dormía y dormía y sólo despertaba para el desayuno. lamía gustoso un poco de leche, miraba en derredor, muy contento, y se volvía a dormir.", Ludwig Askenazy

Las ventanas son un espacio mágico. Pueden abrirse y pueden cerrarse, pueden seguir siendo ventanas sin realizar ninguna de estas dos acciones. Sirven para ver y para dejar de ver. Pueden usarse para entrar o para salir. Para acercarse a la lluvia, para alejar un poco el calor.

Ahora, sin embargo, me pregunto cómo sería quedarme frente a esta ventana, mirando solamente, sin entrar ni salir, sin sentir frío ni calor, mirando solamente cómo las estaciones pasan y son sólo ráfagas, cómo pasa la vida, cómo se mueve el mundo, cómo corre el tiempo, cómo vuela la nube, como cae la lluvia… solamente mirar.
Hacerme yo misma una ventana, así como en un cuento que se llama “La colina del erizo” y que leí ayer, antier, sabe cuándo, para Mariana. El erizo en cuestión decide, según sus palabras y por amor quedarse “como una colina en el jardín, no necesito más.” Sobre la colina en que él se convirtió creció un musgo verde, brotaron flores amarillas y fresas silvestres.
Convertirme en una ventana, con marco apenas para sostenerme, ser invisible, estar allí, sólo mirando, que de mi cabeza broten cortinas blancas de algodón, dejar a veces entrar la lluvia, permitir que el viento me traspase, no dejar que el frío entre, eventualmente mirar cómo los pajaritos llegan o se van, negarme al polvo, abrir mis brazos para el sol.
Y estar allí, sólo mirando.

2 comentarios:

Pina dijo...

Lo mismo me pregunto.
Qué bueno que no he encontrado respuesta a esa duda: es lo que me ha llevado a llenar espacios virtuales o físicos.

Saludos desde esta otra ventana.

Anónimo dijo...

Highly energetic post, I liked that a lot. Will there be
a part 2?

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