viernes, 20 de abril de 2007

Gabriel, Miguel, Rafael, Arcángeles y Gudelia...


que apenitas llega con sus pasos lentos y arrastrando un fardo que nadie sabe, menos ella, qué sea...
Gabriel: ¿cómo es que llegas
Miguel: Gudelia tan mojada
Rafael: en esta noche oscura?
Gabriel: ¡Llegas y cómo
Miguel: Gudelia tan oscura
Rafael: en esta noche mojada!
Gudelia que, entre otras cosas, detesta la forma de hablar de Gabriel Miguel Rafael, los besa bruscamente, mordiéndoles la lengua con toda la saña que conoce, para que guarden silencio. La medida, por supuesto, no da los resultados esperados, pero sí los hace dejar de hablar y se dejan hacer, como siempre. Como siempre -piensas y continúas perdida en el oscuro hueco de tus sentimientos hacia los tres...
Nadie como Rafael para mirarte con esa ternura sucia que te estanca en un líquido caliente. Gabriel ya llora porque llueve, Gudelia y aún no te percatas de tu olor a cieno, de tu fangoso arrastrar la lengua sobre el muslo de Rafael, deshaciéndose, arena para tus castillos, globos espumosos sobre tus pezones.
Miguel, mientras tanto, suspira y se desmaya para que en la rutina de tus caderas ya despierte, de nuevo suspire y...
Tiene que ser así, ya lo sabes, ellos no cambian.
Gudelia: llegamos a la hora del alimento
Gabriel: ¿Pero cuál
Miguel: es esa
Rafael: hora
Gabriel: del alimento
Miguel: que has dicho
Rafael: Gudelia?
Gudelia: Depende del alimento
respondes golosamente, chupando un muslo bronceado de Miguel... Hablo del que se va por la boca, aclaran los tres (en esa curiosa y detestable forma de hablar que Gudelia)... precisamente, alcanza a murmurar con intenciones mucho más que claras Gudelia, dirigiéndose con mirada felina hacia Rafael. Tengo hambre, murmuran enojados (con esa curiosa y etcétera).
Les ofrezco en sal mis pechos, mi cabello envuelto en vino y mi boca olorosa a viento y a manzanas. Gudelia se levanta y extiende sus brazos desnudos.
Gabriel: No te burles
Miguel: las tripas nos gruñen
Rafael: ya nos vamos
Gabriel: a buscar
Miguel: algo para comer
Rafael: ¿que ya las tripas nos gruñen?
No sabes qué contestarles, sus repeticiones hartan tu deseo y el placer de tener a tu disposición por una sola vez al año a los arcángeles se esfuma, se disuelve en la torpeza de sus manos. Los cabellos se te enredan con enojo entre sus pies y los lastimas... Rafael se queja roncamente, Miguel y Gabriel se ufanan del aguante que a tus dientes. Y tú, lanzas un alarido casi satisfecho y los asustas.
Gabriel: Ya nos veremos
Miguel: en el próximo
Rafael: calendario

Sí, dijo Gudelia, guiñando el ojo zurdo y sacándoles la lengua: ¡Cómo no!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estás muy receptiva, sip. =)

Besos.

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