sábado, 17 de junio de 2006

Leer para Mariana
Bella labor que emprendo con esmero y diligencia desde que nació (Y lloraba, lloraba mucho, no puedo creerlo, es como si el recuerdo fuera falso, pero así fue, era una niña que lloraba siempre, tanto, tanto, por eso la profusión de cantos, poemas, cuentos y charla…).
Estamos en la lectura de Cajón de cuentos, de León Tolstoi. Anoche leí primero “La niña y los hongos”, “que raro cuento” fue la expresión de esa niña que disfruta tanto de la lectura. Ahora -le dije- te leeré “Esto ocurre con el rocío sobre la hierba” y me dijo: “¿Te pido un favor, mamá?, léeme de nuevo el la niña y los hongos y después me lees ese de la hierba. Claro.
Cuando concluí la lectura -son dos textos muy breves-, Mariana dijo: “me gustaron mucho los dos, gracias, mamá” y se durmió.
Debo decir que todo lo anterior es para explicar la sensación de bienestar y gozo. Me sentí orgullosa como si yo hubiera escrito esos cuentos. Y sí, en efecto, son “cuentos raros”, porque no son fáciles o lo son demasiado: dos niñas corriendo para escapar del tren, imagen dramática que hace contener el aliento, poesía cuando vemos a la niña menor recoger los hongos tirada abajo del tren que sobre ella pasa… alivio porque sale ilesa.
Ilesa como mi Mariana que duerme una tranquila y fresca noche llena de viento y campanas, soñando con niñas que recogen hongos y beben el mejor néctar, dice Tolstoi, el rocío.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Quién fuera el hongo, Tolstoy o el gusto de Mariana por estos cuentos!