Mariana me esperaba viendo la lluvia desde el porche. Eran más o menos las siete treinta y recordé los globos amarillos que había que llevar el día siguiente a la escuela. Le dije quieres mojarte anticipando su respuesta afirmativa y gozosa y allí fuimos, las dos a buscar globos amarillos en una mojadora barca que nos regresó media hora después rezumando amor y frío. Pd: dolor pinche |
1 comentario:
qué lindo!
Publicar un comentario