lunes, 27 de febrero de 2006


teresa miedo y frío
mil, 900 noventai
siete
noviembre

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Te abrazo y te digo que este viento.
Es todo. Quedo a tus órdenes para cualquier aclaración y/o sugerencia.
Besos para tu huerta llena de sol.



Pd 1: Resulta que los techos casi vuelan. Pero no. Los clavos sostienen como pueden esas alas enmohecidas.
Pd 2: ¿Y tú? ¿qué clavo sostiene con garras tus deseos?
Pd 3: ¿Enmohecidos?
Pd 4: Un poema completo de Eduardo Lizalde:
Para el odio escribo. / Para destruirte, marco estos papeles. // Exprimo el agrio humor del odio / en esta tinta, / hago temblar la pluma. // En estas hojas, / que escupo hasta secarme, arrojo / todo el odio que tengo. /Y es inútil. Lo sé. / Sólo te digo una cosa: / si estas últimas líneas fueran gotas, / serían de orines.”
Pd 5: Yo tampoco.
Pd 6: Parece que el sabor de las cerezas no conjuga con algunos verbos, ni en todos los modos.
Pd 7: Nunca lo supe ; tal vez sea cierto.
Pd 8: Pero si no, que lo sea. Que las frutas coloradas, o las dulces, o las más redondas, no se puedan conjugar en modo subjuntivo.
Pd 9: O que los dátiles, las pasas, las péchitas y los albericoques se puedan conjugar sólo en un pretérito imperfecto...
Pd 10: Anoche me visitó la muerte.
Pd 11: Casi lo sé.
Pd 12: Pero no. Si no era ella: ¿quién me visitaría sacándome del sueño? ¿quién cantaría justo a la orilla de mi almohada con esa voz desconocida y dulce?
Pd 13: ¿Y si enloquezco?
Pd 14: No, qué bueno que no.
Pd 15: Yo, definitivamente, no.
Pd 16: Te dejo con uno de Guadalupe Amor: “Es mejor la locura, / la angustia, o el dolor, o la ansiedad / que la gris amargura / de saber con frialdad / que una misma fabrica su verdad.”

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