lunes, 26 de junio de 2006

Carta para el Ojitos

Como un árbol. Esa es la sensación en la que se navega cuando uno vive y vive y vive por años en un lugar. El mismo. Sensación que de tan cómoda, es difícil. De distinguir y definir. Solemos definir lo que queremos distinguir. Pero si el sitio es el sitio siempre, nos perdemos de pronto lo que acontece y que hace distinto un espacio de otro porque solemos cerrar los ojos para caminar y de pronto, al abrirlos exclamamos:
¿Y allí, no había, cuándo, ayer, hace diez, mil años, una montaña, una enorme mole, quién la quitó, a dónde se fue?
¿Y las nubes, cuándo llegaron y de dónde que no las vi transformar a este cielo que hace cuánto era sólo el azul y ahora es la gris esperanza de la lluvia?
¿Y la casa que ayer estaba habitada, por qué y cómo se deshizo? ¿Cómo es que ahora mis raíces están abajo del polvo que antes fueron sus paredes?

Sólo imaginar tus pasos acompañándome cuando subo y bajo por estas calles interminables que son siempre la misma calle y siempre el camino sin conocer me quitan el arraigo, sólo por tus pies que a veces siento al lado de los míos es que me esmero en darme cuenta, en percibir olores, saber de qué color son las fachadas de las casas, y saber de los perros atropellados, de las golondrinas que construyen nidos, de la gente que se muere, de los que nacen, de los autos que se multiplican, del sabor de los albericoques...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Mujer...acabo de conseguir un dvd de Garcìa Ponce...
que sea esto un pretexto para saludarte enormemente...
cuidaos...
Omar NAVO

Pina dijo...

Saludos, Navo!