jueves, 22 de junio de 2006

Tengo encima un don o una mala carga. Desde que era niña, muchas personas consideran que quieren darme y contarme su vida, costumbres, obra y milagritos. Así, me he enterado de algunas historias chuscas, ridículas, grotescas, terribles, tristes o espantosas. Relatos que involucran a personas que desconozco y desconoceré por siempre, historias de muertos a quienes nunca vi, anécdotas de ausentes que no volverán. Tal vez nadie lo crea, pero caminando alguien que no sé quién es me ha detenido y me ha dicho que quiere platicar conmigo, contarme algunas cosas, problemas, alegrías, platicar. Personas que me dicen que saben que yo sé escuchar, que lo presienten. Sé que es difícil de creer, parece invento. Algunos de los hechos que me han narrado son, de verdad, inconfesables y no entiendo cómo es que una mujer, o un hombre pueden, de pronto, como si se abrieran el cofre del pecho dar ese regalo, vaciar ese golpe a una desconocida que tendrá que cargar con él para siempre. Lo peor es cuando los personajes de esos argumentos tan espontáneamente desperdigados son personas conocidas y lo que me han contado de ellos es denigrante, o penoso, o divertido. No puedo verlos a la cara sin preguntarme si será cierto, si se orina en la cama, tan grandote, si habla sola, si llora cuando hay luna llena, si se viste de rana, si no se baña, si no toca a su esposa, si es virgen, si le apesta horrible la boca, si tiene hongos en los pies, si nunca lee, si tiene un pelo como crin en la espalda, si tiene las rodillas verdes, si es impotente, si es frígida, si nunca duerme... También hay quien obsequia maravillas, ciudades hermosas, animales fantásticos, emociones gloriosas. Algún día tal vez me atreva a escribir tantas verdades. Algún día me atreveré a escribirlas como mentiras. Algún día encontraré la llave para abrir el cajón donde he guardado tanta vida ajena.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Ya ves?. Te lo decía, esa es tu mejor voz. No es que tus "otras" voces no sean buenas, pero ésta me encanta: entiéndase de encanto, encanto como el que nos regalaron de manera irrepetible los cuentos fantásticos de la niñez.

jose fá dijo...

Mis voces, las tuyas, un chingo de voces que andan por alli desparramandose, susurrando, secreteandose, buscandose, como los perros oliendose unas a otras, en este camino del decir estamos...

Anónimo dijo...

No se, pero este texto posee un encanto especial.