miércoles, 1 de marzo de 2006


Cananea, tiritante
teresa nada
penúltimo mes del 9
noventa y siete

Hermosillo, no sé
no sé no sé no sé
y no sé:

Parece que a fuerza de lagrimear, los ojos del cocodrilo ciego que usted dejó a nuestro cuidado desde hace ya más de cuatro años, se derritieron. Solicitamos de su bondad infinita envíe para el pobre animalito unos ojos de repuesto aunque tampoco sirvan, porque en sus cuencas vacías (del pobre animal), ya anidan las alimañas.
Señor, en el mejor de los casos , si fuera usted tan comprensivo y matara al animal, se lo agradeceríamos. Para ello cuenta con la aprobación de todos. Incluyendo, por supuesto, al cocodrilo, que sueña con sus tibias manos apretándole el pescuezo. La manera de matarlo queda, a pesar del comentario anterior, a su entera y justa preferencia.
Esperamos su decisión a más tardar el próximo miércoles (el jueves viene el tiburón. Y no se puede. De veras que no.)
Por su atención, muchas gracias.

Quedan de usted: Hnitos. Y Cía.


Pd 1: Es, sin embargo, pertinente recordarle que usted prometió recogería a su animal a más tardar en tres horas., “Tres horas cuando mucho”, dijo
Pd 2: Cantaremos: “La negra noche tendió su manto / surgió la niebla, murió la luz / y en las tinieblas de mi alma triste / como una estrella, brotaste tú / (...) Ya veo que asoma / tras la ventana / tu rostro de ángel / encantador”
Pd 3: A propósito de ángeles y cocodrilos llorones: ¿cuándo tendremos la dicha de dormir con su mano (de usted) entre las piernas (de uno, no de otros, claro)
Pd 4: Aunque la dicha, sabe.
Pd 5: ¿Sabe? La dicha, esa palabra dicha. No ha retozado con otras menos empalagosas y menos dichas. Sólo con las tiernas y cursis a veces. No se ha desbarrancado en los caminos al mar; no se ha revolcado en el zoquete (sólo una vez, pero en el lodo. Ah, la dicha ¿cómo le dijera? A usted, tan preocupado en saber cómo serán las primeras plumas de ese ángel que duerme escondido en la p. 57 de algún libro que no es suyo... ¿cómo le dijera?
Pd 6: Que se lo diga Miguel Ángel Galván que para eso se llama: “Llegará inconsolable, roto, casi muerto / mi corazón a rastrear tu ausencia / preferirá el silencio de los hombres / a las palabras acerca de sí mismo / no te hablará el dolor / sino la rabia / no te encontrará en ninguna parte / porque en ninguna parte te encuentras / tú no puedes querer a nadie / tú solo conoces la canción del resentimiento / el deseo feroz / la carne fresca”
Pd 7: Pero no.

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